miércoles, agosto 24, 2005

No se puede salir de Tokio y meterte en Cádiz

Aprovechando que ya he vuelto a Madrid, y me pilla "cerca", y que la casa de mis padres tenía un hueco en la agenda de visitas previstas este verano, el fin de semana pasado me fui a verles a Cádiz.
Salí de trabajar con el tiempo justo, y nunca he estado tan cerca de perder un tren. Aparecí de sopetón en el vagón, todo sudado y jadeando. Y además nó era mi vagón, y no podía acceder a él hasta la próxima parada; así que tuve que pasar tres cuartos de hora sentado en la plataforma entre vagones, y recuperando el aliento. Lo peor era cómo te miraba la gente; lo mejor, los pañuelos para secar el sudor que me compré en Tokio.

Cuando llegué a Sevilla, quedé a tomar un caé con JAM, mi amigo rapero, grafitero, empresario de artes gráficas, y antiguo colega de animación en Madrid, hasta que se volvió Sevilla. Hacía tiempo que no nos veíamos, y tuvimos media hora hasta que salió el cercanías que me llevaba al puerto de santa María. Me estuvo contando cómo marcha su empresa, qué hay de nuevo de amigos comunes de Sevilla, y demás. Yo le conté cosas de Tokio, y él me contó la historia de una señora de sevilla que se fué a hacer faenas dee la casa a Tokio. No stendía nada de japón, y omaba el tren para ir a trabajar. Un día se durmió, y se despertó a 400 kilómetros, en un pueblo de mala muerte. La pobre no hablaba nada de japonés, y sólo hacía que correr por las calles de un lado a otro, y llorar a moco tendido. Me imagino a los japoneses, con lo fácilmente que se asustan de los excesos y del contacto físico, lo que sentirían al ver a una vieja andaluza que se les abalanzaba gritando en español.
Al final la llevaron a la comisaría, no sabemos cómo la medio entendieron, y le colgaron una pizarra con la dirección de vuelta, y al encasquetaron en el tren.
Después de eso, la pobre no volvió a salir de su casa.



Teniendo recientes las imágenes deslumbrantes de Japón, y el recuerdo de la amabilidad de los japoneses, todo el sur me pareció horroroso, un clima terrible, y una gente súper maleducada. Nací allí, y llevo toda la vida yendo, y mucha familia mía vive allí, y supongo que otras veces iría más acostumbrado, pero no se puede volver de Tokio y bajarte allí de sopetón.
Además, en la urbanización donde están mis padres está llena de pijos sevillanos, y son lo puto peor. Muy poco cívicos, y muy bullangueros.

Pero claro, para lo que hice, no me voy a quejar. Sólo he dormido, comido, y tomado el sol. El sábado por la noche cenamos tortillitas de camarones y cazón en adobo en Sanlúcar, y a pesar de haber echado una siesta de 4 horas, que quedé sobado nada más volver de cenar. El domingo por la mañana más playa, y por la tarde a coger el tren de cercanías a Sevilla en medio de mogollón de gente gritona, maleducada y que se daban codazos para coger los asientos. En el AVE un poco mejor, peor qué quieres. Me pusieron Súper Agente Cody Banks 2, a la ida Y a la vuelta...

Me estuve leyendo un libro fascinante: Teoría de la Clase Ociosa, de Thorstein Veblen. Un economista de finales del XIX, que hizo mogollón de previsiones que ahora se han cumplido. O sea, que un libro del 1899 explica los hábitos de consumo de la sociedad del 2005. Llegué a él porque todo el rato lo nombran en Rebelarse Vende, el otro libro chulísimo que me he leído recientemente.
Además, se lee muy fácilmente, no se mete en cosas nada técnicas de economía, y todo el rato tiene una manera muy sarcástica de decir las cosas, que lo hace muy ameno. Aquí lo edita Alianza, y es súper recomendable.
Suerte del libro y del ipod, que si no, entre le Cody banks y la gente, me daba algo...

En Madrid la temporada empieza. La semana pasada pinchó Roberta en Chicote, y ayer lo hizo Mario. Quedamos antes a cenar en Currito, un vasco que hay en la casa de campo. Fuimos Mario, Olvido, Marta, Edu y yo. En la cena hablamos de cómo nos va el trabajo, de Charlie y La Fábrica de Chocolate ( donde sale la remezcla de Macarena que hizo Fangoria!!), de planes de futuro de las Nancys Rubias, de la promoción de Ninette y lo bien que está funcionando la peli, del mundillo del cine español, de la desaparición del marido de Olivia Newton-John y de cosas que pasan en los chill outs y que el decoro me impide reproducir. Todo con muchas risas y una comida de estricta observancia de la dieta.
Luego Edu se fue a su casa y nosotros a Chicote. Mario triunfó porque consiguió que acabara todo el mundo bailando. Será verdad lo que decía: "El chochi levanta los locales, tía", porque mucha clientela fina, pero se volvían locas con Marta Sánchez, la Merche, Erasure, y las Hermanas Gocci ( se escribirá así?)
Acabamos pinchando entre Marta, Mario y yo, Olvido bailaba y aprobaba con la cabeza, y a las tres Alexis encendió las luces, Mario puso Sálvame, y todos a casa. creo que la gente se quedó con ganas de más. Iria, que andaba por allí, desde luego, porque seguía.
Hoy tengo una resaca tremenda por dos mojitos de mierda que me tomé. He perdido práctica, en Barcelona.

A ver si en la próxima entrada sigo con Tokio, y lo acabo de una puñetera vez. Por cierto, Nacho ha vuelto a hacer un diario con fotos del viaje! Me encanta, lo de "Perdiendo el Tiempo", es muy de internet

viernes, agosto 19, 2005

Verano en la ciudad

Una de las mejores consecuencias de pasar el verano en la ciudad es que, como apenas hay películas decentes que ir a ver, unos cuantos cines reestrenan peliculones. Por lo menos en Barcelona.Y salir del trabajo y largarte tú solo a ver reposiciones, ha sido fantástico. han caído:
Fat City, de John Huston
Manhattan, de Woody
Ocho y Medio,
y Amarcord, de Fellini
y Blow Up, de Antonioni
todo súper arty y de todo el mundo con gafas de pasta.
Cuando salí de ver Ocho y Medio, no podía quitarme de la cabeza la pregunta de qué sentiría si pudiera poner de la mano sobre la pista de un circo en blanco y negro a todas las personas que me han importado hasta ahora.

Las pocas risas sociales que he tenido estos últimos días en Barcelona han sido con Gerard y Mónica ( amigos relativamente recientes, conocidos a traves de Madrid), con Jose y Núria ( un amigo de toda la vida de Barcelona que vive en...Madrid), y con unos amigos de Madrid que tiene un grupo de música y vinieron a tocar a Castelldefels.
Bailamos mucho en el concierto, pero sudamos muchísimo. Todos echábamos pestes de la humedad mediterránea. Paris Hilton, en su autobiografía, dice que después de los sitios sin cobertura, los lugares que más odia son los húmedos. Íbamos todos con el pelo rizadísimo. Después del concierto nos fuimos a cenar a un restaurante junto al mar. Los ánimos andaban muy revueltos. Las travestis le han declarado la guerra abierta a los técnicos, y Jesús Horror me moñeó. Debe ser cosa de su nueva religión.

Con Jose y Núria fuimos a cenar. Íbamos a ir con amigos del instituto, por lo menos para vernos una vez, ni que fuera una semana antes de volver. Tuve que buscar yo restaurante, y reservar, y luego no se presentó ninguno de ellos, sin llamar para excusarse. Supongo que uno más en una serie de desencuentros. Me vuelvo de Barcelona con la sensación de quien se marcha de una casa por la puerta trasera mientras todos duermen, y con un regusto en la boca a ocasiones perdidas ( o pasadas, quizá).

El pasado lunes fue el último de la tradicional visita a casa de Gerard y Mónica para ver Lost, en el canal satélite. Ha sido siempre uno de los mejores momentos de la semana, por lo bien que me han tratado, y lo bienvenido que me han hecho sentir, ¡por no hablar de las cenas MagicBullet!
Volviendo a casa, ese día como tantos otros, por las calles vacías de martes de madrugada, me asaltó la melancolía de las cosas que sabes que estás haciendo por última vez. Habrán más ocasiones, pero ya no será la primera temporada de Lost.
Dejo a mi pobre hermano enganchado a la serie, y me sabe mal no estar con él para que acabemos la temporada.

No sé por qué, he vuelto a retomar la costumbre de los paseos kilométricos de noche, con el ipod.
Escucha intensiva de los Kings of Convenience y Piano Magic . A Barcelona le sienta bien esa música.

He leído en un libro el mito del eterno retorno. Si en el universo hay un número finito de átomos, y un número finito de combinaciones entre ellos, y el universo es eterno, al final volveremos a existir, y nos volveran a pasar todas las cosas que nos han pasado. Los mismos errores, los mismos aciertos, y con las mismas personas.

Hoy ( escribo esto en la madrugada del lunes al martes, porque tengo insomnio) he visto Un año de trece lunas, de Fassbinder. Es tremenda y preciosa, como todas. Y como en todas, trata la crueldad de las relaciones entre las personas, que siempre son de poder. Y como en todas, sales bastante melancólico.
Si sigues el calendario lunar, en vez del solar, uno de cada siete años hay trece lunas llenas en vez de doce. Para las personas cuyas vidas están dominadas por los sentimientos, esso años son de catástrofes y depresiones, según el director de cine. El año del rodaje, 1978, fue el año del suicidio de su amante, y fue un año con trece lunas. Echa cuentas.

Volviendo a casa, caminando, he pasado por tres sitios con los que estuve con alguna persona que han sido importante para mi, y ahora no sé si las echo de menos. En el ipod, homesick, porque ya no sé más dónde está el hogar.

domingo, agosto 07, 2005

Tokio 4: Fangoria viene, ve, vence...y se va de karaoke

Llegué al hotel con toda la tranquilidad del templo Meiji en el cuerpo, y me zambullí en el barullo previo al concierto. Nos vinieron a buscar, y salimos para el local, en el barrio adjacente de Ebisu.
Como muchas cosas, la discoteca estaba en un 2º piso. Qué sensación más extraña, tomar un ascensor para entrar en una sala.
Al llegar nos encontramos con un cátering divino, todo lleno de sushi y de esas cosas tan ricas que te puedes comprar en los supermercados de allí. También había muchísima cerveza Asahi, que es ideal, porque por lo visto es transgénica, o algo, y te coloca muchísimo. La contrapartida es la resaca es peor, pero yo personalmente no puedo confirmar esa información. Además, la sede es un edificio precioso en el barrio de Asakusa. diseñado por Philippe Starck. Súperafavor de la cerveza Asahi.

Poco antes de que empezara el concierto, nos metimos entre le público, para observar qué tipo de gente había. Como un 60% eran españoles y resto de occidentales, y los demás, japoneses. Ésto se dividían en dos grupos: los cool, que inban vestidos totales, hablaban, gesticulaban, y hasta bailaban, y los ultra cool, que iban vestidos totales, pero no se sacudían de encimna la pose de hastío, y pos supuesto no se movían ni para colocarse el flequillo. Empezaron saliendo Topacio y Marta ( travesti suplente) al escenario, diron unos bailes y proporcionaron un poco de espectáculo, y luego fueron saliendo el resto de la banda. Olvido salió la última, y dijo que estaban encatados de estar allí, y que todos nos queríamos quedar allí. Todo era verdad.

El nuevo concierto, creo que ya lo he dicho, consiste en medleys de hits, todos directos a la yugular, y con samples de grandes clásicos de los Chemical Brothers, Prodigy o Technotronic. la conclusión es que los que ya los conocían empezaron a bailar enseguida, y los japos cool también. los ultracool ni se movieron, claro. pero tampoco se fueron. Yo me lo pasé dando saltos con Mario y Juan Pedro, y dando viajes a la barra para comprarnos cervezas Asashi. Me fijé que había una panda de niñas japonesas que no paraban de botar, mover los brazos y dar muchos gritos.
Así que poco a poco el ambiente fue creciendo, y creciendo, y en la sala flotaba una sensación de que todo el mundo se lo estaba pasando en grande. Ellos en el escenario, se notaba, también se lo estaban pasando en grande. Acabó, todo el mundo aplaudió muchísimo ( menos los ultra cool, se entiende), y la gente española pedía otra otraaa. No pudo ser, claro. En la despedida Olvido saludó a una pareja de japos que se pasaron todo el tiempo en primera fila y se sabían TODAS las canciones, también nos saludó a toda la comitiva, Nancys Rubias incluídas ( que deberían haber tocado, coño. Me imagino ver Tokio con todas las nancys...), y a Carlos Jean, que había tocado antes, y estuvo todo el rato saltando y bailando como un loco. Ah, y a una antigua compañera de colegio, Mari Nemoto, que había venido porque ahora vive en Tokio. Bueno, antigua compañera según Olvido, porque Nacho aseguraba que ya ni se acordaba de ella, en contra de las malas lenguas que repetían que en el rastro eran amiguísimos...

Después del concierto, en los camerinos había mucha euforia, muchas risas y muchas fotos. Como amedianoche vinieron a buscarnos para devolvernos al hotel, y de allí nos fuimos a un karaoke enorme, que estaba al lado.Allí los karaokes abren todos los días, ¡de 8 de la tarde a 8 de la mañana! Pides un ahabitación, y en el precio te incluye barra libre de cerveza. Éramos 17, entre componentes de Fangoria ( Nacho y JC se fueron a dormir, aunque estoy seguro de que JC se lo hubiera pasado en grandes), técnicos, Dani Panullo, que también estaba en japón y fue al concierto, y parte de la comitiva de Niza, (por cierto, creo que esa noche Roberto le ha sacado algún bolo a Nacho para que pinche en Barbarella!).
Lo que sigue fueron tres horas de desparrame, de saltar por los sofás, de baialr todos, de camareros venga a llevar y traer bandejas de cerveza, y cantar, muchio cantar. Canté hasta yo, que mira que lo hago mal.
Nos costó un rato aprender a manejarlo, peror entre Cancho y Bibi, lo conseguieron, y empezamos a pedir.
Especialmente celebradas: Sweet Child of Mine, de los Guns and Roses, I love Rock and Roll, la performance de Mario cantando Locomotion, de Kylie, el duo lésbico Topacio/Marta con Like a Virgin, el marrón que me tocó de cantar con Olvido Baby Love, de Las Supremes ( a las listas que rezongan que Olvido canta mal les cedía alegremente el micro). el desfase del New York City Boy, de los Pet Shop Boys, o las risas cuando unos de los técnicos, ese reducto de heterosexualidad del universo Fangoria ( junto con Chris y Jesús), nos dice que va a poner una suya, y va la marica y pone Material Girl...que cantamos todos muchísimo, claro. Nos fuimos todos muy contentos para el hotel cuando ya salía le sol- allí amanece muy temprano-, acompañados solamente de los cuervos de Tokio

A la mañana siguiente, un poco más tarde de lo normal, salimos para el barrio de Ginza, meca del shopping. Tomamos el metro, como experiencia. Otra leyenda urbana que se desmonta cuando estás allí es el metro de tokio. No es muy complicado, en cuanto comprendes lo de los precios; ni vale como 50 euros un pase, ni me he encontrado con aglomeraciones claustrofóbicas, aunque lo último lo evitamos a propósito, por si acaso.
Nada más llegar a Ginza nos fuimos a la tienda de Sonoko, porque Olvido se quería comprar toda la línea de belleza. Sonoko era un a señora loca japonesa, que se hizo muy famosa y megamillonaria comerciando con alimentos sanos, consejos de salud y cosmética, todo para vivr muchos años. Ella, de hecho, murió a los 103, aunque acabó como una mojama de cera. No sé yo si compensa, tanta longevidad. El caso es que venden cosméticos blanqueadores, que es algo que allí se lleva mucho. La cultura japonesa casa muy bien con el concepto Alaska, porque priman la piel blanquísima, y evitan el sol, así que allí todas van con parasol, hasta Olvido, que secompró uno nada más llegar.
De allí nos paseamos, vimos un teatro de kabuki, y entramos en una tienda toda llena de gatitos de la suerte. El dueño se quería hacer fotos con mario, marta y Juan Pedro, porque eran rock stars. Y nosotros, a cambio, le compramos media tienda en regalos para traernos.
De allí quedamos a una hora para comer, y nos separamos. Edu, Topacio y yo fuimos a la tienda -bueno, el edifico- Apple. Está todo más barato, y me ahorré 10 euros en los auricales con mando a distancia para el ipod. Estuve apunto de comprarme los auriculares inhalámbricos, pero no me atreví. Comprarme tecnología en el extrangero siempre me da mal fario, porque cuando lo he hecho siempre me ha salido mal. Eso, y que tampoco me muero por tenerlos... no todavía.
Entramos en Louis Vuitton, en una especie de Corte Inglés ( todos estos sitios huelen igual en cualquier parte del mundo), vi una televisiones gigantes de alta deficinición de quitar el aliento en el edifico de Sony, y nos hicimos fotos nen la estatua dedicada a Godzilla.
Nos juntamos con Mario, Juan Pedro, Olvido y Marta para comer, y fuimos a un japones que nos puso menú italiano..(¡?)