martes, enero 16, 2007

Primero conquistaremos Berlín, luego tomaremos Manhattan

Hay decisiones que quizá pienses que debes tomar, pero no te atreves. Entonces, llegan ocasiones en que las circunstancias se poenen departe de esas decisiones, y aunque te digas que venga, es en realidad todo alrededor lo que se mueve para que pasen las cosas. Crees que es un buen momento para quitarte de en medio. Para estar solo, o para saber cuanto de importante es la vida que llevas en Madrid, la gente que conoces, tus amigos y las caras que besas. Pero sólo lo piensas, no lo haces. Hasta que te llaman de un estudio en Alemania, y te proponen que vayas. Dices “ qué conyo”, y ya está. Te reservan billetes; te buscan alojamiento, te acabas el trabajo que tienes aquÌ, intentas retrasar el momento de despedirte, o lo evitas, como hice con Nacho, y no te lo acabas de creer ni cuando estás embutido en un avión de Easyjet lleno de jipis que se van a Berlín. Y ni mucho menos cuando te recogen y te dejan en un piso compartido en Halle, una ciudad media y anodina en el centro de Alemania, a 160 km de la capital, y al dáa siguiente estás trabajando en otro estudio.
El fin de anyo, que empezó bien y acabó como muchas otras veces ( qué tienen los fines de anyo, que son tan liantes) me saludó uno de los que dicen que actualice de una punyetera vez. Esta es una decisión de las que tomo yo y yo solito me las arreglo. A lo mejor es un buen momento.
A lo mejor lo escribo para ti, y debería escribirlo para mi. Confieso, ahora que este diario no lo debe leer ya nadie, que casi siempre ha estado escrito para una persona solamente, y no siempre la misma.
Llevo una semana aquÌ. Estoy aprendiendo a volver a estar solo, sin un montÛn de amigos con los que distraerme, trabajando demasiadas horas y reencontrando mi vocaciÛn, un poco dispersa últimamente. Comparto piso, cosa que me apetece, aunque en el piso hay poco que compartir. Espero ir a Berlín a menudo. Me he apuntado a un gimnasio con entrenadora personal de disciplina germánica. He empezado a ir a la tintorería, y espero que se lave la ropa mientras leo un libro y me fumo un piti; y me hace sentir que estoy en una peli. Paseo de vuelta del trabajo a las 11 de la noche y parecen las 4 de la manyana. Algunas noches duermo mal porque pienso, pero otras, y esto es nuevo, duermo a pierna suelta, y tengo hasta algún suenyo erótico ( que hacía mucho que no me pasaba).
Y cada vez que veo algo bonito me acuerdo de ti; y te echo tanto de menos que me duele la barriga de pronto.