domingo, agosto 07, 2005

Tokio 4: Fangoria viene, ve, vence...y se va de karaoke

Llegué al hotel con toda la tranquilidad del templo Meiji en el cuerpo, y me zambullí en el barullo previo al concierto. Nos vinieron a buscar, y salimos para el local, en el barrio adjacente de Ebisu.
Como muchas cosas, la discoteca estaba en un 2º piso. Qué sensación más extraña, tomar un ascensor para entrar en una sala.
Al llegar nos encontramos con un cátering divino, todo lleno de sushi y de esas cosas tan ricas que te puedes comprar en los supermercados de allí. También había muchísima cerveza Asahi, que es ideal, porque por lo visto es transgénica, o algo, y te coloca muchísimo. La contrapartida es la resaca es peor, pero yo personalmente no puedo confirmar esa información. Además, la sede es un edificio precioso en el barrio de Asakusa. diseñado por Philippe Starck. Súperafavor de la cerveza Asahi.

Poco antes de que empezara el concierto, nos metimos entre le público, para observar qué tipo de gente había. Como un 60% eran españoles y resto de occidentales, y los demás, japoneses. Ésto se dividían en dos grupos: los cool, que inban vestidos totales, hablaban, gesticulaban, y hasta bailaban, y los ultra cool, que iban vestidos totales, pero no se sacudían de encimna la pose de hastío, y pos supuesto no se movían ni para colocarse el flequillo. Empezaron saliendo Topacio y Marta ( travesti suplente) al escenario, diron unos bailes y proporcionaron un poco de espectáculo, y luego fueron saliendo el resto de la banda. Olvido salió la última, y dijo que estaban encatados de estar allí, y que todos nos queríamos quedar allí. Todo era verdad.

El nuevo concierto, creo que ya lo he dicho, consiste en medleys de hits, todos directos a la yugular, y con samples de grandes clásicos de los Chemical Brothers, Prodigy o Technotronic. la conclusión es que los que ya los conocían empezaron a bailar enseguida, y los japos cool también. los ultracool ni se movieron, claro. pero tampoco se fueron. Yo me lo pasé dando saltos con Mario y Juan Pedro, y dando viajes a la barra para comprarnos cervezas Asashi. Me fijé que había una panda de niñas japonesas que no paraban de botar, mover los brazos y dar muchos gritos.
Así que poco a poco el ambiente fue creciendo, y creciendo, y en la sala flotaba una sensación de que todo el mundo se lo estaba pasando en grande. Ellos en el escenario, se notaba, también se lo estaban pasando en grande. Acabó, todo el mundo aplaudió muchísimo ( menos los ultra cool, se entiende), y la gente española pedía otra otraaa. No pudo ser, claro. En la despedida Olvido saludó a una pareja de japos que se pasaron todo el tiempo en primera fila y se sabían TODAS las canciones, también nos saludó a toda la comitiva, Nancys Rubias incluídas ( que deberían haber tocado, coño. Me imagino ver Tokio con todas las nancys...), y a Carlos Jean, que había tocado antes, y estuvo todo el rato saltando y bailando como un loco. Ah, y a una antigua compañera de colegio, Mari Nemoto, que había venido porque ahora vive en Tokio. Bueno, antigua compañera según Olvido, porque Nacho aseguraba que ya ni se acordaba de ella, en contra de las malas lenguas que repetían que en el rastro eran amiguísimos...

Después del concierto, en los camerinos había mucha euforia, muchas risas y muchas fotos. Como amedianoche vinieron a buscarnos para devolvernos al hotel, y de allí nos fuimos a un karaoke enorme, que estaba al lado.Allí los karaokes abren todos los días, ¡de 8 de la tarde a 8 de la mañana! Pides un ahabitación, y en el precio te incluye barra libre de cerveza. Éramos 17, entre componentes de Fangoria ( Nacho y JC se fueron a dormir, aunque estoy seguro de que JC se lo hubiera pasado en grandes), técnicos, Dani Panullo, que también estaba en japón y fue al concierto, y parte de la comitiva de Niza, (por cierto, creo que esa noche Roberto le ha sacado algún bolo a Nacho para que pinche en Barbarella!).
Lo que sigue fueron tres horas de desparrame, de saltar por los sofás, de baialr todos, de camareros venga a llevar y traer bandejas de cerveza, y cantar, muchio cantar. Canté hasta yo, que mira que lo hago mal.
Nos costó un rato aprender a manejarlo, peror entre Cancho y Bibi, lo conseguieron, y empezamos a pedir.
Especialmente celebradas: Sweet Child of Mine, de los Guns and Roses, I love Rock and Roll, la performance de Mario cantando Locomotion, de Kylie, el duo lésbico Topacio/Marta con Like a Virgin, el marrón que me tocó de cantar con Olvido Baby Love, de Las Supremes ( a las listas que rezongan que Olvido canta mal les cedía alegremente el micro). el desfase del New York City Boy, de los Pet Shop Boys, o las risas cuando unos de los técnicos, ese reducto de heterosexualidad del universo Fangoria ( junto con Chris y Jesús), nos dice que va a poner una suya, y va la marica y pone Material Girl...que cantamos todos muchísimo, claro. Nos fuimos todos muy contentos para el hotel cuando ya salía le sol- allí amanece muy temprano-, acompañados solamente de los cuervos de Tokio

A la mañana siguiente, un poco más tarde de lo normal, salimos para el barrio de Ginza, meca del shopping. Tomamos el metro, como experiencia. Otra leyenda urbana que se desmonta cuando estás allí es el metro de tokio. No es muy complicado, en cuanto comprendes lo de los precios; ni vale como 50 euros un pase, ni me he encontrado con aglomeraciones claustrofóbicas, aunque lo último lo evitamos a propósito, por si acaso.
Nada más llegar a Ginza nos fuimos a la tienda de Sonoko, porque Olvido se quería comprar toda la línea de belleza. Sonoko era un a señora loca japonesa, que se hizo muy famosa y megamillonaria comerciando con alimentos sanos, consejos de salud y cosmética, todo para vivr muchos años. Ella, de hecho, murió a los 103, aunque acabó como una mojama de cera. No sé yo si compensa, tanta longevidad. El caso es que venden cosméticos blanqueadores, que es algo que allí se lleva mucho. La cultura japonesa casa muy bien con el concepto Alaska, porque priman la piel blanquísima, y evitan el sol, así que allí todas van con parasol, hasta Olvido, que secompró uno nada más llegar.
De allí nos paseamos, vimos un teatro de kabuki, y entramos en una tienda toda llena de gatitos de la suerte. El dueño se quería hacer fotos con mario, marta y Juan Pedro, porque eran rock stars. Y nosotros, a cambio, le compramos media tienda en regalos para traernos.
De allí quedamos a una hora para comer, y nos separamos. Edu, Topacio y yo fuimos a la tienda -bueno, el edifico- Apple. Está todo más barato, y me ahorré 10 euros en los auricales con mando a distancia para el ipod. Estuve apunto de comprarme los auriculares inhalámbricos, pero no me atreví. Comprarme tecnología en el extrangero siempre me da mal fario, porque cuando lo he hecho siempre me ha salido mal. Eso, y que tampoco me muero por tenerlos... no todavía.
Entramos en Louis Vuitton, en una especie de Corte Inglés ( todos estos sitios huelen igual en cualquier parte del mundo), vi una televisiones gigantes de alta deficinición de quitar el aliento en el edifico de Sony, y nos hicimos fotos nen la estatua dedicada a Godzilla.
Nos juntamos con Mario, Juan Pedro, Olvido y Marta para comer, y fuimos a un japones que nos puso menú italiano..(¡?)