miércoles, febrero 21, 2007

Enajenás

Si releo al primera entrada de este diario, empecé mofándome de mi por ir diciendo que yo ni tenía un diario, ni era disjockey, para acto seguido empezar este experimento. Tres años más tarde sigo teniendo motivos para seguir mofándome…El 8 de enero, apenas hace una semana y pico, me escapé a Barcelona. Ver a la familia, disfrutar de los amigos, y tenía un bolo. De diskockey.

Eso de que Alemania es un país muy adelantado es bastante discutible. Si tuviera tiempo de actualizar más a menudo, iría desgranando los motivos, pero el primero que viene a cuento ahora mismo es que casi nadie habla inglés. Halle, la ciudad donde vivo, y Berlín, claro, están en la Alemania del este, y aquí hasta hace apenas veinte años en el colegio se estudiaba: ruso. Si vienes de un país latino, el alemán no se parece a nada que conozcas, y orientarse a base de preguntas es entonces casi imposible. Por eso salí de casa muy muy muuuy temprano camino del aeropuerto. Tren a Berlín; tren al aeropuerto, todo funciona perfectamente, y llego CUATRO horas antes de que salga el avión. Maté el tiempo viendo películas en el ordenador y leyendo el nuevo libro de Peter Biskind sobre el cine independiente americano, Dirty Pretty Pictures. Es un coñazo, todo el rato hablando de cifras de ventas de distribución, de lo chungos que son los hermanos Weinstein, una y otra vez, y de lo tonto que por lo visto es Robert Redford; no como el anterior, Moteros tranquilos, toros salvajes, sobre el nuevo Hollywood de los 70; ese es fenomenal, imprescinbdible si te gusta el cine.
El caso es que llegué a Barcelona con retraso. Fangoria, Nancys Rubias, Miranda! y la Terremoto daban el primero de los dos conciertos en la ciudad, y no llegaba. Llovía torrencialmente, mucha caravana, y yo cambiándome en el coche, intentando arreglar mi tarjeta de móvil, quedando con Álvaro para el concierto, todo a la vez. Mis padres, en los asientos delanteros, me decían que parecía un toro recién salido de los toriles. Supongo que es una metáfora perfecta de mi mes en Halle.

Cambiado de ropa, recogimos a Álvaro, y con los discos, los cascos y ciertas camisetas de las que hablo enseguida, fuimos al espacio Movistar. Nos perdimos a las Nancys y a Miranda!, cuando entrábamos empezaba Fangoria. Hacía un mes que no les veía, y lo primero que me sorprendió era que todos estaban más delgados, como si fuera una evolución natural, el estado de mínimo esfuerzo– que es todo lo contrario- al que tienden todos los cuerpos expuestos durante años a nuestro dietista, a las opiniones de Nacho sobre la comida, y a las diatribas de Mario y Topacio sobre las calorías.Olvido estaba espectacular, ya sólo se le empiezan a ver tetas y cabeza!
Lo siguiente que noté es lo mucho que les había echado de menos. Al final, en la fiesta gitana, como le llama la Terre, cuando salen todos al escenario, veía a Marta, a Juan Pedro, a Susi, a Mario y a Miguel, la Terre y las Feldenes a todos cantando, y me emocioné mogollón.
Cuando acabó sólo puede entrar cinco minutos justos a saludar, darle un abrazo fuerte a Nacho y marcharnos al Trece corriendo a pinchar, que Silvia ya nos estaba esperando. Mario me dijo que no se podía pasar, porque al día siguiente madrugaba, y yo le dije que ningún problema, que lo entendía perfectamente.

Llegamos un poco tarde, con tanto saludar y cruzar media Barcelona, pero Silvia es un encanto, y estaba pinchando ella, tan tranquila. El local estaba medio lleno. Había venido David, y Neus y Marc, Irene, Alba y demás. Mis dos amores: Gerard y Abra estaban esperando, con la cámara lista para hacer fotos. Gerard empezó a sacar fotos hace tiempo, por diversión, y sin proponérselo, de manera espontánea y con unas reservas de talento enormes e insospechadas, tiene un blog lleno de fotos estupendas, que ya le está dando cierto reconocimiento. Y dinero, tía.
Yo estaba de los nervios. Era el Trece, hacía un mes que no pinchaba, y los platos que me dejó Nacho estaban en Madrid, así que tampoco había podido ensayar. Álvaro me iba calmando. Y estaban las camisetas. Las camisetas son un regalo que nos hizo David Delfín. Es un encanto, nos las prometió, y a pesar de todo el jaleo de Cibeles, sacó un rato, y nos puso: The Yankee Gayers . Cabin Crashers. Lo que más ilusión me hizo es la etiqueta. Pone davidelfín para the yanquee gayers. Lo leí, se me pusieron los vellos de punta, me la puse, y… ¿ has visto Dumbo, querida lectora? Cuando el elefante se cree quye no puede volar hasta que le ponene la pluma en la trompa. Esa noche la camiseta de David fue la pluma en mi trompa… me la puse, se me pasaron los nervios, y a darle a la clientela la marchita que le mola.
Empezamos, como siempre, con Pet Shop Boys, POR SUPUESTO. La cosa estaba funcionando, la gente empezaba a pasárselo bien. Y de repente, lo inesperado. Sobre el local descendieron La Terremoto, las Feldene Flesh, y las Nancys Rubias. Y aquella sesión saltó a otro nivel. Al mejor.

Si te encuentras con una Nancy Rubia después de medianoche, ya no te digo que no le des de comer, porque no comen, pero tampoco le des de beber, porque entonces se transforman en gremlins. Mario y Juan Pedro estaban desquiciados de puro divertidos. Saltaban sobre los sillones, giraban sin control, nos paraban los discos, pulsaban todos nuestros botones. Malibú es tan total que le ponías una cámara delante, y aunque estuviera cayéndose al suelo, literalmente, en la foto salía como Jackie O. El gen travesti, lo que tiene. A partir de ahí, ya fue: más madera. Buscábamos las canciones por lo divertidas que fueran, sin tregua. Sacamos la bocina de fútbol, que Álvaro y yo le copiamos a Fatboy Slim después de verle en el Summercase, y pusimos todo nuestro empeño en volver a la gente loca. El empujón final nos lo brindó la Terre.
En el concierto dijo que después de un año y medio viviendo del Hung Up con Loli, por fin habían grabado una canción nueva. Es una revisión del Let Me Out de Dover, que se llama Enajená. La cantaron para delirio del público en el espacio movistar. Y con una generosidad enorme, ella y las Feldene me pasaron el cd en el Trece, para delirio de nosotras mismas y de todos los que estaban con nosotros. La noche fue memorable, uno de los ratos más divertidos que recuerdo. ¿No me crees? Busca las fotos. ¿Te da pena habértelo perdido? Ven a la próxima

Caundo acabamos, le agradecimos a Silvia que nos hubiera llevado, y le pedimos disculpas al dueño por la que se había liado allí. Él encantado, que había sido divertidísimo. De allí fuimos al Fellini, que pinchaba Guillermo, el director de Primera Línea. Su novia, Mireia ( me ha dicho David que la vio en las fotos y se puso malísimo; jeje) me dijo que se va a operar las tetas para reducírselas. Que es un coñazo tenerlas tan grandes. (Olvido, al día siguiente, bufaba cuando se lo comentaba).
De allí fuimos un rato a cerrar el moog, y luego Álvaro y yo acabamos en casa de Gerard y Abra, bebiendo, charlando, viendo fotos. Ya era de día, viernes, gente yendo a trabajar, cuando nos fuimos a casa.

Domí apenas 4 horas, y a mediodía ya andaba por el centro. Había quedado con Nacho y Susi, que estaban comprando discos en la calle Tallers. Me compré el de Jarvis Cocker, el single New York New York de Moby, para tener ya de una vez todas las puñeteras remezclas, que cada vez que buscas en emule sale una nueva, y el nuevo single de Pet Shop Boys, Numb. Una de las dos caras B inéditas es Bright Young Things.
En las primeras novelas cómicas que escribió Evelyn Waugh recreaba la vida de la juventud acomodada de Londres durante los locos años 20. Una generación que pasaba las noches de fiesta en fiesta por Mayfair, amontonados todos en un solo coche, escandalizando a la burguesía eduardiana, bebiendo, cantando y bailando; y los días llamándose por teléfono hablando sobre los cotilleos de la noche anterior, o preparando la siguiente, huyendo de la sombra de la Primera Guerra Mundial. Una de las novelas más características es Vile Bodies, de la que Stephen Fry hizo una versión para el cine. Les encargó una canción a los Pet Shop Boys. Evelyn Waugh es el escritor favorito de Neil Tennant; sus novelas son muy graciosas pero en medio de la fiesta siempre hay un punto de melancolía, el tema perfecto para PSB. Y la canción lo recoge perfectamente. Te hace bailar y te pone triste.
Susi se compró el primer disco de los Cramps, unas bailarinas porque la travesti había salido de buena mañana con taconazo y la estaban matando, y una camiseta de Madonna. Nacho compró sus cosas raras, y un disco de los Beach Boys porque tenía una canción que se llama Un día en la vida de un árbol…
Llegaron Mario, Olvido y Juan Pedro de comprar antigüedades y nos fuimos a comer con César y Miguel.
En la comida todo fueron risas, armamos un poco de jaleíto, creo, porque estabamos en una mesa redonda en el centro de la sala, y claro, nosotras charlando, cotilleando, malmetiendo, risas a todo volumen…lo habitual, vamos. Me estuvieron contando el viaje a Las Vegas de las Nancys, el rodaje del espectacular vídeo nuevo de Fangoria, todo sobre el suicido de la hermana Ortiz, y especulamos sobre el de Anna Nicole Smith. La madre de Olvido sostiene que todas las muertes de famosas viene de tres en tres, y sin relación necesaria entre ellas. Dijimos que quizá la tercera sería la del Papa.
Yo estuve charlando un poco de mis cosas. Susi es la persona más inteligente que conozco. Te puedes pasar horas rumiando sobre un problema y ella te lo ataja en una frase lapidaria. Y luego cuenta un chiste. Estábamos hablando un rato cuando ella se mete en la boca el único bocado que tomó ese día; trago de cerveza, y suelta: “la culpa es tuya, por marica; y por pelirroja”. Todos a la vez nos caímos al suelo de risa, y decidimos que era el epitafio perfecto para mi tumba. Luego contó un chiste.

Por la tarde una siesta de apenas una hora, y quedé con ellos para ver esta vez el concierto entero. Entramos para la prueba de sonido. Vacío, el espacio movistar parece pequeñisimo. Había un montón de cámaras porque estaban preparando un cosa que si estabas en el concierto ya sabrás, y si no seguro que te enteras pronto.
Las Nancys tocaron unan canción que no conocía, de Mauro y Nacho, que me pareció buenísima. Por lo visto una estrella del pop muy conocida la rechazó. Y es un hit!!
En los camerinos, mientras Olvido se maquillaba, Nacho, Topi, Malibú y yo hablábamos de cirugía estética; de cómo te martillean la nariz para operarla, de lo que debería hacerse la Malibú PERO YA, de los precios en Argentina. Nos quedamos boquiabiertas: hacerse la nariz, la lipoescultura de rodilla a abdomen, unos 600 euros! Eso sí, oír hablar de la faja que te ponen luego durante un mes te quita las ganas de todo…
Los Miranda! por fin arrasaron en Barcelona. La gente se moría de ganas de verlos, y ellos estuvieron crecidísimos. Luego en camerinos iban desbocados de contentos. Y más cuando el road manager de las Nancys nos consiguió, ni idea de cómo, una botella de tequila. Juliana empezó a preparar vasos; Lolo se visitió de ropa de calle sin acordarse de que tenía que volver a salir para el gran final Rey del Glam, y Ale le decía que se quitara la ropa, pero que no volviera vestirse. Que saliera en remera y pito. Cuando entendí que remera era camiseta ellos ya iban saltando por el backstage “remera y pito, remera y pito!!” Le recomendé que por lo menos se tapara con la guitarra, de Lolo. Estuvieron divertidísismos; ojalá vuelvan pronto.
Y todo esto mientras Nancy O. Dormía a pierna suelta en el sofá del camerino, de puro agotamiento. Daba penita, pero tenía que salir al final, y tú no sabes lo que es despertar a Marta. Menos mal que al final Nancy Reagan,como es compañera de grupo, le pudo dar un par de bofetones y revivirla.
Fangoria lo bailé muchísimo; a ratos me iba entre el público para ver cómo eran. Y estuve bastante con Jordi Rellenodechicle y su novio.

No pude ver el final de la Terremoto y las Feldenes cantando Enajená, porque volvía a tener bolo de pincha. En The Sound, al lado del Razz. Cuando llegué estaba Álvaro con Neus y Marc. También repitió David, que ama el peligro y se las arregló para acabar allí con sus dos ex, Ana y Pastora. Desde la cabina yo observaba de reojo… También vinieron Natalia y Jose Luis, y al final, desde el concierto, Jordi. Le pusimos Maneater y confesó que era la primera vez que la bailaba. “Fuera de mi cuarto, claro.”
El ambiente era bastante más tranquilo que el día anterior, era ma´s para poner música mientras la gente bebía, pero cumplimos y al dueño le gustamos. Otro cliente satisfecho.
Algunos fueron luego al Razz, pero nosotros estábamos muertitos con tanto jaleo.

El resto del finde fue bastante más tranquilo, anticlimático. El sábado comí con mis hermanos, mi cuñado y mis padres, para celebrar el cumpleaños de mi hermana. Les explicaba la noche del jueves y ponían unas caras que eran poemas renacentistas…bueno, menos mi hermano, que se lo conoce todo eso, y mi padre, que se meaba.
Buena parte de la comida se la pasaron recriminando al pobre David, que es como un hermano más, su estilo de vida sentimental. Él se defendía como podía, mientras que yo callaba no fuera a ser que luego vinieran a por mi. ese día pasé de dietas porque mi hermana cocinó fenomenal, y el postre, el flan de turrón de mi madre, no tiene desperdicio.
Por la noche estuve en casa de David para la fiesta de despedida de Ana, que se vuelve a Madrid. Había algún catalán provinciano en la fiesta que todavía sentía pena de ella porque iba a vivir en Madrid…Charlé con muchos compañeros de facultad a los que hacía meses que no veía. Toni me dijo que Soraya y él esperaban un niño. Al final me acabé metiendo otra vez en esas conversaciones con mis amigos en las que digo que los niños pequeños me caen mal y quedo como un monstruo.
Conocí a un pintor americano que lleva 4 años viviendo en Barcelona. Un tipo muy interesante. Me dio las señas de un sobrino suyo de mi edad de los Ángeles, por si yo acababa allí trabajando. Es director artísitico en Hollywood, y le va fenomenal. Seis grados de separación.
Iba a quedar luego para ir a ver a la Prohibida de vuelta por fin de Méjicos; iba a quedar con Abra y Gerard. Iba a hacer muchas cosas pero me estaba cayendo de sueño y me fui a casa a dormir.

El domingo después de comer salí para el aeropuerto. Bastante triste por irme, aunque todos me recordaban que en dos semanas ya volvía. Y es verdad, en unos días ya estoy de vuelta. Pero es probable que por trabajo me vuelva a ir pronto. Y no se si quiero estar lejos. O si merece la pena quedarse en Madrid. Si la posibilidad de un trabajo mejor me recompensa las tardes de echar de menos muchas cosas.

Ay, joder, que me ha vuelto a salir una entrada larguísima!

jueves, febrero 01, 2007

Lo que son monumentos, psé, pero de garitos lo que quieras

El viernes pasado estaba comiendo con los companyeros del estudio en un restaurante italiano donde solemos ir, cuando me llamo Ana. Una amiga arquitecto, que vive en Berlín con su novio alemán. Precisamente el susodicho no estaba ese finde
-Vente pero ya, que no esta y así podemos salir de marcha. Que si no, como él no sale nunca, me quedo siempre en casa.
-Verás, no pensaba subir a Berlín este finde. Ya fui el pasado, no quiero abusar de tu casa, además, debería trabaj…
-Que te calles. Vente y salimos a cenar y por ahí, y la liamos.

A las ocho de la tarde tomé un tren, y en una hora y media ya estaba en el metro camino de su casa. Acababa de nevar, y la ciudad estaba preciosa, tan blanca.
Nada más entrar me puso una copa de blanco en la mano, mientras yo me quitaba los zapatos, me ponía unas converse ( ideales para la nieve, diciendo ella con sorna) con doble capa de calcetines, y unos pitillos, que como se parecen a los leotardos, vas más calentito.
Bajamos a cenar a un restaurante justo puerta con puerta, y que es uno de los más guays de Berlín. Es lo que tiene vivir en Oderberger strasse, ( una de las calles de moda, donde un piso de 90 metros les cuesta 700 euros al mes, y eso es caro…)tienes lo más chulo al lado del portal.
Terminamos con la cena y una botella de vino blanco para los dos, y fuimos al 8 mm, un bar donde había quedado con Duque, Mario y Natalia. Ella estaba muy atacada,porque se le habían juntado tres ex y dos potenciales en el mismo garito, que por lo visto es algo que le pasa cada fin de semana que sale, la pobre. Entre los potenciales estaba Egon, un amiguito del myspace que había viajado los 200 km que separaban a Natalia de su pueblo natal en las profundidades de la Alemania del este. Tenía 19 anyitos, con gafas, rubito y con un lazo como los de Dior de esta temporada, pero NO. Vamos, era como un pequenyo Rimbaud, pero con el nombre de uno de los cazafantasmas. Llevaba un maletín de cuero como de médico rural. Recuerda que estábamos en un bar lleno de gente, humo, copas y música. Le pregunté y me dijo que era de su abuelo, que se murió hace 5 anyos. Y como le quería mucho, siempre lleva el maletÌn con él. Era feo, pero ese era su rollo; Duque y yo estábamos muy a favor de él. Natalia bastante tenáa con esconderse en tres ángulos de visión simultáneamente.

Del 8 mm nos fuimos al White Trash, que por lo visto esá muy de moda. Era un antiguo restaurante chino reconvertido en discoteca. Reconvertido significa solamente sin las mesas,y lo demás intacto.
Como las copas son tan baratas el resto de la noche cada vez está más nebuloso. Con Ana intentaba ligar una chica inglesa que sólo la seguía y no le decía nada. Otra moderna queriendo ligar con Duque; yo me encontr de pronto con Maximilian Hecker, rollo fan. Natalia que bailaba y se escondÌa, y sólo aparecía para ligar con otro más del que esconderse luego, y Egon, con la maletita de su abuelo…
Ana, bizqueando, se retiró a las cinco y pico, y yo acabé en casa de Duque y Natalia, en Kreuzberg, de donde emergí a las 3 de la tarde del día siguiente, y sin apenas haber dormido.
Si hay algo que odio en este mundo es volver a casa de día con la cara de toda la noche y sin gafas de sol. En Berlín, con tanta nube, pensaba que eso no sería un problema, y justo el sábado hizo un sol de justicia, que encima se reflejaba en la nieve.

Llegué a casa de Ana a tiempo justo de zamparme media sartén de macarrones y sentarme con ella a ver una peli. Barridos por la marea, dirigida por Guy Ritchie y con Madonna haciendo de ella. Me habían dicho que era mala, pero no podía imaginarme que tanto. Menos mal que a la mitad ya estaba hecho una bola, sobando entre mantas.
Por la noche llegó Gill, el novio, riéndose de nuestras caras de resaca, y empezamos a preparar la cena. Me llamó Tim, un amigo alemán de Alejandro, y me propuso ir a una fiesta en una discoteca gay. La organizan una vez al mes, y es temática de deportes. En cada una de las tres plantas ponen un futbolín, un ping pong, cosas así. Prometía ser unas risas.
Luego me llamó Sandra, una companyera del estudio que pasaba el finde en la capital, y me propuso quedar con un amigo suyo, de Barcelona, que también es animador.
Y luego me llamó Duque para confirmarme que tenía invitaciones para la fiesta de la revista Vice. Era el último fin de semana de Duque y Natalia en Berlín, así que opté por quedar con ellos, y si acaso después ya vería los demás planes. Ana me decía que era lo peor, que nada más llegar a Berlín ya me estaban liando por todos lados. Y yo replicándole que lo hacía sin querer, que debe ser un talento natural para los líos, digo yo.

La fiesta era en un edifico abandonado, como casi todas. Estaba petado de modernas, por el Bread and Butter, y la música era un 25% soportable, y el resto lo peor. Pero la cerveza era gratis, y la charla en el rincón fue muy amena. Conocí a Dani y Raquel, de Barcelona. Dani busca curro de estilista y me prometió llevarme de tiendas la próxima vez que suba a Berlín. Le encantan los chicos altos y rubios, así que andaba como un ninyo pequenyo en una pastelería. Raquel nos explicó cómo son los alemanes para el sexo y el amor. Por lo visto, si sólo te interesan para un polvo, fenomenal. Pero como los quieras para algo más tienes que ir muy lentamente, respetando su tempo para que no se asusten del compromiso, y sobre todo ignorándoles de manera directamente proporcional a lo que te gusten. Vamos, decía yo, como con los de Teruel. Eso sí, seguía Raquel. Si lo consigues, son los mejores novios del mundo, carinyosos, fieles y atentos. Por los de Teruel ya no puedo hablar.

Fue todo muchas risas, pero al fin y al cabo, una vez en una fiesta de una revista de modas, y ya has estado en todas, y yo estaba hehco polvo del día anterior. El plan de casi todos era ir a otra discoteca, si acaso volver allí un rato, y luego acabar en Panorama ( Berghain) a eso de las ocho, “que es cuando se empieza a poner bien” .Berlínes muy fuerte…y yo ya no tanto, así que me marché para casa.
Al salir, a eso de las 4, nevaba mucho y muy suavemente. La ciudad entera parecía en silencio, esa cosa que tiene la nieve, y decidí ir caminado un rato hacia casa de Ana. Se veÌa todo tan bonito…

El domingo fui de brunch con Ana y Gill. Al lado de su casa hay uno enorme, con sillones, donde puedes comer todo lo que quieras por 2, 50 euros, y allí echamos la manyana, tirados.
Luego Ana y yo nos fuimos con el coche a un mercadillo. Yo quería comprar medallas militares, pero ese día había muy pocas paradas, y lo que vi no me gustó. Como los símbolos nazis son ilegales, te ensenyan las medallas de las SS como quien pasa un gramo de coca. Y te las cobran como si lo fuera!!.
De allí pasamos por la Nueva GalerÌa Nacional, un edificio precioso de Mies Van der Rohe, dimos una vuelta alrededor del edificio impresionante de la Filarmónica de Berlín ( obra de Scharoun, un arquitecto que no conocía y del que Ana me ha hecho super fan), y acabamos en el museo del cine.
Me moría de ganas de ir. El principio de la visita es impresionante, la primera sala es un camino sinuoso entre miles de espejos, así que parece que estás flotando en u espacio infinito llenos de tus clones, y desembocas en la sala dedicada a Caligari y el expresionismo alemán. Más total no se puede. Bueno, sí, porque luego viene Fritz Lang, Metrópolis, Murnau y la Dietrich. Me acordé muchísimo de Roberta.
El final es decepcionante porque de los anyos 50 hasta ahora, se lo ventila en una sala, lo que dice muy poco de la propia imagen del cine alemán.
Menos mal que luego vimos la exposición dedicada a Ray Harryhausen. Se me ponía el vello de punta de estar viendo los munyecos originales de los dinosaurios que atacaban a Raquel Welch o los esqueletos que luchaban contra Jasón y los Argonautas.

Salimos con el tiempo justo de ir a por la maleta y llegar a la estación. Por el camino de vuelta, en el vagón, estuve ojeando todas las revistas que me pimplé antes de saltar al tren: la Word ( una de las revistas favoritas de Nacho), V magazine, el New Yorker, la WAD, el ID y una nueva, HE, que es danesa y se dedica sólo a moda masculina. Está fenomenal.
Comprenderás que entre tanta tendencia europea, los recuerdos del museo del cine y las secuelas del esplendor de la noche berlinesa, llegar a la ciudad dormitorio de Halle el domingo por la noche me pareciera más deprimente que nunca…