domingo, febrero 12, 2006

Arte moderno y whisky con redbull

Nada más bajarme del taxi, en la puerta de iFEMA me encontré con Arakis, que estaba fumando y cagándose en la puta ley que la dejaba a la entrada, chupeterreando la colilla. Con ella estaba Orlan, la superestrella mediática del arte moderno, famosa por sus operaciones estéticas donde se implantó cuernos, pómulos, y demás, para hacer de ella misma una obra de arte.
“No le vayas a decir ninguna impertinencia, que te conozco y es muy estirada”, me previno la walkiria vasca.
En ese momento llegaron el matrimonio Vaquerizo, con Marta y Pedro Munster, y nos metimos todos para la feria.
Nos equivocamos de pabellón, y mientras charlábamos, empezamos a caminar por una feria de mobiliario. Yo levanto la vista, y pienso, coño con ARCO, eso parece una oficina… Y giro la cabeza y veo un panel gigante de ROCA… y ya nos dimos cuenta. A la salida nos reíamos de la situación: a ver quién era la primera moderna que soltaba: "me encanta,es total" señalando un archivador.

Nada más entrar cada uno se fue a sus cosas, Arakis a trabajar haciendo contactos, yo a buscar a Topacio para el pase para Edu, y darle el encuentro. Los demás empezaron el paseo metódico por las galerías, y quedamos en encontrarnos luego. Por el camino, me encontré con Nacho, Pablo Sycet y Manolo Crespo, que llevaban allí desde las 3 de la tarde. Qué valor.

Este año no me ha parecido especialmente interesante. Lo que me ha sorprendido más han sido las galerías coreanas, con cuadros enormes de pinturas hiperrealistas de detalles minuciosos reproduciendo la realidad fotografiada pero con un punto de exageración. Pero en general el pase fue más rápido, no como el año pasado que la belleza de muchas propuestas te empujaba dentro del stand. Quizá también influya el hecho de que en esta edición el espacio adjudicado a galerías era mayor, y más diáfano, y lo veías de pasada, a golpe de vista.
Será deformación profesional, pero vi mucho arte inspirado en la iconografía pop de los dibujos animados, pero en reproducciones tridimensionales, como esculturas de caricaturas, o el impactante coche de Mariscal, un cadillac de tamaño natural, congelado en un instante de explosión, con todas las curvas deformadas en líneas cinéticas, y las piezas saliendo disparadas. Era precioso, y pensé en cómo debía estar ARCO ese año para que me gustara algo de Mariscal.
Por supuesto, la visita a Espacio Mínimo me compensó el dolor de piernas. En el plafón exterior había muchas fotos de los protagonistas de uno de los últimos vídeos de Erwin Olaf, todos retratos fenomenales de cuerpo entero o medio cuerpo, vestidos al estilo de los años cincuenta. Dentro exhibían una foto de Gaüeca que era tan bonita que te provocaba una sensación física al verla. Una foto gigante de una calavera apoyada en una estantería, rodeada de rosas blancas y muebles negros…era preciosa. También estaban expuestas las dos últimas obras de Manu Arregui, y mientras charlábamos Richard, él y yo, nos interrumpió la comisaria de una importante exposición para darle una muy buena noticia a Manu.
Saliendo me crucé con Christopher Makos. Está mayor, pero me sigue pareciendo guapísimo

Al día siguiente tenía una comida de negocios con el productor de la película. Yo iba a la defensiva, porque sabía que el lunes había tenido una reunión en Barcelona con el presidente de la compañía sobre el presupuesto, y además tenía que pedirle aumentar la partida pra pagar los efectos en 3D que vamos a necesitar- básicamente animación de multitudes y objetos mecánicos-. Así que me temía que iba a intentar recortarme el sueldo pactado por contrato, por segunda vez en lo que llevamos de producción. Y resultó ser una comida de lo más cordial, me contó que todo iba perfecto, parecía más que satisfecho con mi trabajo, e incluso hablamos un poco del futuro... aunque en ese terreno lo tengo todo abierto, y paso por rachas de no dormir pensando en que me quedaré sin nada cuando acabe la producción, a ratos de sopesar diferentes opciones y no casarme con nadie. Fue tan ameno que nos dieron las 5 de la tarde y tuve que salir pitando para clase de yoga; y encima, invitó.
Por la noche, a la fiesta del MUSAC. Para entonces ya empezaba a acusar el cansancio de la semana de trabajo, el concierto de Depeche, el resfriado y la maratón habitual de ARCO. Pero al llegar al café Larios y encontrarte con los amigos, ya me parecía todo fenomenal. Eso, y las copas con redbull ( mi salvación para todo en este final de producción) que me pasaba Rafa Doctor. Nos juntamos a charlar con Roberta, Olvido, Arakis, Marta, Jorge Torregrosa y demás. Olvido y Arakis se fueron pronto. Una porque tenía al marido resfriado en casa, y la otra por los sempiternos desayunos de trabajo de esos días. Marta y yo nos juramos fidelidad y quedarnos hasta las tantas.
Con más tiempo para charlar, Manu y Richard me estuvieron contando que hace poco se les inundó el estudio. Afortunadamente, ni su obra, ni los ordenadores han resultado dañados, pero ha perdido su colección de libros. Ahora son todos bolas esponjosas. Por lo visto hay un procecidimiento por el que puedes recuperarlos: te los congelan, y luego los liofilizan. A mí me sonaba a chino, pero es habitual. Lo que pasa es que descubrió que toda su vida la puede volver a comprar en Amazon y en Ebay, así que descubrió que la seguridad que extraemos de los objetos que nos rodean es una conveniencia que nos inventamos, pero que no necesitamos para nada. A mi me pasa eso cuando me roban la cartera, o pierdo la agenda del móvil. Nótese el uso del presente de indicativo por lo habitual del caso.
Pues eso, que se le inundaron mogollón de cosas, incluyendo sus discos. Lo más gracioso es que la inundación justo paró en la P de Pet Shop Boys, así que ha podido conservar la colección ( de PSB lo tiene TODO) intacta. En cambio, Madonna está arrasada.
Nos encontramos con Iria, vinieron JoseC y Jorge, Guillermo Espinosa andaba por allí, y Eli con ¡Carles Congost!, otro que no veía desde hacía muchísimo.
Bajamos a bailar con Roberta a los platos, y luego con SPAM. Menos mal que había adelantado mucho trabajo, y pude quedarme trabajando en casa al día siguiente, porque terminé metiéndome en la cama a las 7, cansado de bailar, de hablar, y me meterme JBs con redbull- bebida de vieja, se comenta.

Dormí una hora y media y me levanté para recoger los análisis de sangre que me hice el otro día. La sensación de estar delante de la doctora mientras ella, fresca como una rosa, te iba recitando todos los indicadores, y diciéndote que todo perfecto ( incluyendo el HIV, negativo), y tú te sentías una ruina, era extraña. Además de que para un hipocondríaco obsesivo que le digan que todo fenomenal le deja muy descolocado.
El resto de la mañana trabajé desde casa, a través de la página web con la que gestionamos la película. Allí se cuelgan las escenas, y yo puedo poner los comentarios, las correcciones, o la aprobación. El tele trabajo a veces es un rollo, porque te cambia los horarios, te tiene trabajando a medianoche, o te vuelve ermitaño ( para no quemarte escuchando todo el odia los problemas de uno y otro en el estudio), pero el viernes lo agradecí.
Después de comer, una siesta larga y quedé con Manu y Richard, para enseñarles en el Powerbook el work in progress de la peli.

Por la noche cené poco ( para no quedarme dormido) y quedé con Edu, Pilar, Pelayo y Brian, en una taberna andaluza para turistas que es infame, pero donde trabaja el novio de Brian, así que las cinco jarras de cerveza que nos pimplamos cada uno nos salieron gratis.
De allí fuimos al Ocho y Medio, estuvimos charlando con Nacho, Elektro y Roberta en la barra, hasta que se empezó a llenar y se fueron a pinchar. Prometía ser una noche de antología, lleno de gente, con Patata, Claudio, Farala y Álvaro, la Prohibida paseándose de incógnito ( es decir, de chico) por la sala, Alejandro y sus amigos, y hasta gente de Barcelona que normalmente te encuentras en las escaleras del Razz y de pronto me crucé allí, como Albert.
Y digo prometía porque pasadas las tres y media ( bueno, casi las cuatro) me empecé a derretir como la Bruja del Oeste de Oz, a pesar de los whiskies con redbull, y Edu estaba hasta las narices del Ocho, y recordé que a las 7 me levantaba para coger el avión a Barcelona, así que me marché cuando Roberta justo empezaba su sesión con “Buenas Noches, bienvenidos, hijos del rock and roll…” de Miguel Ríos.

Mi madre sospecha con fundamento que me ha picado la mosca tse tse, porque siempre que llego a Barcelona me pongo a dormir y dormir…