martes, diciembre 27, 2005

Uno de esos de la manzanita mordida

El viernes, después de tanto botar en el concierto de los Franz Ferdinand y del maratón de compras de Navidad de última hora, llegué a casa y ya no salí. Quería ir a bailar, o a cenar, o algo, porque al día siguiente me iba a Barcelona en tren muy temprano, y quería dormir todo el viaje…pero estaba tan cansado que me dormí enseguida, en el sofá, viendo Magnolia, una de mis películas favoritas, que me compré el otro día en la fnac por 7 euros.
Aún así, como me tuve que levantar a las 5 y media de la mañana para estar en Atocha a las 7, dormí casi todo el viaje hasta Zaragoza, acunado por una selección especial del ipod para dormir de viaje: Kevin Shields, Black Box Recorder , Body Language de Kylie, Death in Vegas, Piano Magic y Flaming Lips . Todos son favoritos, no es que me duerman por aburrimiento, es que me encanta dormirme con música que me gusta.
En Zaragoza subió un niño indecente con su madre irresponsable, y ya nos dio el viaje hasta Barcelona. Imagínate cómo acabé, que a media hora de llegar le solté al niño que o paraba quieto, o lo estampaba contra la pared…con la vergüenza que me da hacer esas cosas.

En Barcelona, después de comer y recuperar el sueño que me robó el imbécil de crío, quedé con Gerard para las últimas compras. Creo que el 24 por la tarde es mi momento favorito de la Navidad: todo el mundo en la calle apresurado con regalos, todas las luces a tope, todo el ambiente en marcha justo antes de que todos nos encerremos dos días en casa a comer, y todas las tiendas cierren.
La fnac estaba a tope, claro, muy animada, y Gerard y yo nos la recorrimos con cestitos, cogiendo, sopesando, dejando en otros sitios. Le compré a mi hermano la primera temporada de Lost, me regalé Plataforma, el penúltimo libro de Michel Houllebecq , y le compré a mi madre un caja de maquillaje de Helena Rubistein y una máscara para pestañas de Chanel. Desde que hace un par de años me fui con La Prohibida y JoseC a comprarle maquillajes a mi madre, es una tradición regalárselos por navidad.
Cuando salíamos, a las 8, ya cerraban todo a nuestro alrededor, así que nos paseamos un rato por calles cada vez más vacías y a casa.

Después de cenar, rozando la medianoche, metimos toda la familia los regalos de navidad en una bolsa enorme, y nos la fuimos pasando de mano en mano. Cada uno extraía un paquete con un nombre, y se lo daba al afortunado. Hubo de todo, y para todos los gustos En un momento dado, mis padres me pusieron un paquete enorme sobre el regazo. Abrí el papel, y el negro de la caja ya me aceleró el pulso. Una impresión a tamaño natural en el cartón de un ordenador portátil de aluminio, extraplano, ultraligero, y con una manzana en la tapa.
Uno de los momentos más sublimes de cuando te compras algo de Apple es desembalarlo, e ir descubriendo el mimo y el cuidado por el detalle con que han preparado la experiencia. El PowerBook G4 no fue una excepción.
No por esperarlo me ilusionó menos. Hace unos meses mi padre me dejó caer que con tanto ir y venir entre Barcelona y Madrid, me vendría muy bien un portátil. Y yo le dejé caer que cada vez tenía más ganas de tener un mac, no sólo porque mi ámbito laboral, qué coño, sino porque hacen unas cosas preciosas. Me estuve informando, y en la productora, Félix, el montador, me dijo que me pasaba todos los programas que quisiera. También me recomendó comprar los últimos con el procesador Power PC, porque posiblemente todos los programas fueran compatibles, y siempre es mejor comprar modelos que tiene una estabilidad comprobada, cosa que hasta que no pase un tiempo no se podrá decir de los mac con procesador intel.
Y unos meses más tarde, ¡me lo han regalado!. En los días festivos apenas he salido de casa ( excepto para el concierto de Easy Snap, que contaré en la próxima), y desde entonces no he parado de jugar con él, de descubrirle cosas, de disfrutar, de mirar la pantalla de resolución prodigiosa, de acariciar el trackpad, de lo bonito que es todo... Y tampoco me ha costado tanto pasar del PC al Mac. Claro que hay tropezones, y te frustra no encontrar la tecla necesaria, o hacer las cosas de manera diferente a como estaba acostumbrado, pero me apetecía, siempre va bien ponerte en situaciones que te obligan a adaptarte, te espabilas, y así aprendes algo nuevo; además, tampoco es ciencia espacial, no es tan diferente, y nada como para arrepentirme. Ni muchísimo menos.

Hoy he ido al estudio, en Barcelona, con el portátil. Félix me lo ha pinchado de lo lindo con mogollón de programas, Adri, uno de los directores de la peli, de mac de toda la vida, me ha estado explicando algunas cosas, y hasta Víctor, que al principio se reía del niño con juguete nuevo, al final ha venido hacia nosotros, se ha parado enfurruñado, y ha dicho “ joder, yo quiero uno”.
Además, al trabajar con portátil, todo se ha vuelto más fácil, más ordenado y centrado. Y, oh mierda, puedo trabajar en cualquier lado, y acualquier hora…
Esta tarde, cuando ya recogíamos, ha entrado Paula la secdretaria de producción en el despacho donde trabajamos los directores, Alfredo ( el supervisor de storyboard) y yo. Como siempre, con prisas, arrebolada, de un lado para otro, trayendo no sé qué papeles. Se ha parado en seco, y ha dicho

“Uuaaala, uno de los de la manzanita mordida!!”