Hay tres cosas en la vida que son imposibles
Después de tres semanas festivaleras, con el Primavera, la escapada a Madrid, vía Goa, y el Sónar, decidí que no podía ser, este ritmo, y esta semana me he quedado en casa después del trabajo. Ayudaba que trabajo tenía mucho, que David se pasaba el fin de semana largo en Segovia con amigos, y que Gerard y Mónica tenían bolos fuera desde el miércoles, y que el resto de amigos y demás tentaciones desertaban la ciudad, aprovechando el fin de semana largo de la verbena de Sant Joan.
Una festividad horrorosa, por cierto, porque todo el mundo se pone a tirar petardos y a hacer ruido, que es una cosa que me pone muy nervioso, porque desde pequeño he sido muy miedica. Esa tarde, la del jueves, tuvimos fiesta en el trabajo, porque la jornada intensiva, al ser el viernes festivo, se trasladaba al día anterior. Menos para los directores y yo, que nos pasamos la tarde peleándonos con el ordenador.
En la película hay ciertos objetos que, debido a la complicación de moverlos a mano, vamos a animarlos por ordenador. Esa tarde teníamos que reunirnos con le animador, y empezar. Es la primera vez que hago eso, y por una parte fue muy excitante. Colocar un fondo plano, dibujado a mano, e intentar integrar una animación computerizada parece divertido. En este caso, un triciclo que pasa a toda pastilla por los pasillos de una casa vacía, rollo redrum. Una vez esté animado se imprime, y el animador tradicional dibuja el personaje encima.
Acabé haciendo lo que no quería, meterme hasta arriba en el jaleo, en vez de dejar que el animador 3D se peleara, porque el pobre me parece que navegaba un poco. Así que nos vimos trabajando fotograma a fotograma, ajustando trayectorias, y puliendo la acción, hasta las tantas. Yo soy de los que, si compartimos ordenador, te voy a quitar el ratón de pura impaciencia, peor como mis conocimientos técnicos de Maya son primerizos, acabé gesticulando sobre la pantalla, al mejor estilo Minority Report, y René, el animador, me iba siguiendo. El resultado, de momento, es aceptable, pero quedan horas ( eso de que animar por ordenador es más rápido es una falacia), y mientras tanto los animadores tradicionales me están pidiendo als impresiones, para empezar a trabajar en esas escenas, buffffff
Esa tarde fue la última que que pasado con gente, aparte de mi familia, y tampoco mucho porque se fueron el sábado a pasar el día fuera.
Llegué a casa en medio de la pólvora, cené desproporcionadamente con mi familia, y vimos Una Serie de Catatróficas Desdichas, de Lemony Snicket. La peli es una mierda, con Jim Carrey insufrible, pero intuyo que los libros deben estar bien. Por cierto, lo mejor, de largo, los créditos finales, que son de premio en festival de animación.
Al día siguiente lo compensé con Amor Idiota, de Ventura Pons, que me pareció buenísima
El sábado, solo en casa, y en la piscina de al lado de mi casa, que me daba pereza llegar hasta la playa. Me estoy leyendo un tocho sobre Tim Burton, y revisando sus películas como inspiración para nuestra peli ,que comparte bastante puntos estilísticos con las suyas -aunque si esto lo leen los directores me dan dos hostias, a la gente que le encanta Tim Burton le da como rabia que les digan que sus obras se parecen a las suyas...
Así que me tumbé al sol con el libro, y escuchando el disco de Roberta, que es una maravilla y le pega todo. Y me quemé la barriga.
Estos días también he dado paseos a mi bola por Barcelona, y me recordaba a lo que hacía en Londres, cuando no conocía a nadie. A ratos, hasta la ciudad me olía igual, esa mezcla de comida, polución y gente.
El viernes de madrugada fui a la sesión golfa de Garden State ( Algo en Común), una peli de Zach Braff muy bonita, sobre el tránsito a la madurez, enamorarse, y volver a la ciudad donde creciste y ya dejaste. Esos temas que me cuentan una y otra vez y no me canso de escuchar.
Cuando salí me paseé hasta casa. Quizá por el puente, no había mucha gente por la calle, y acababan de regar las aceras. La Luna, dicen en la radio, está especialmente cerca de la Tierra, y se ve enorme por las noches. Una ves leí a Javier Cercas citando a un escritor que decía que hay tres cosas imposibles en la vida:
engañar a una compañía telefónica,
conseguir que un camarero te vea antes de que él quiera verte;
y volver a casa
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