Una noche en el monte pelado
Anda que, como me descuide, se me olvida que tengo que actualizar, con tanto jaleo como llevo. Desde el martes, como escribí en la entrada anticipo, estoy viviendo en la casa nueva, y hay tantas cosas que hacer, que no tengo ni un minuto. para escribir, claro, porque lo que es quedar, he encontrado algunos huecos. otras veces porque eran citas ineludibles.
ya no voy a contar nada exhaustivo de e la boda, porque me da pereza . Sólo diré que mi tío, el padre de la novia, leyó un texto tan bonito, escrito por él, sobre cuánto nos engañamos buscando la felicidad, que hasta la fotógrafa se puso a llorar, y tuvieron que hacer fotos falsas al final de la ceremonia, con él fingiendo que leía, en el atril. Luego mucha gente le pidió el texto, y lo piensan leer en las bodas que les toquen. Yo le dije que cobrara.
El fin de semana con la familia fue... lo que es estar con la familia. Cuando nos encontramos, todos muy contentos, y a los diez minutos en el coche ya estábamos todos peleándonos por dónde era el camino correcto, y a los quince todos riéndonos, y luego todo el trayecto de conversaciones cruzadas entre los cinco, punteadas de estallidos de violencia, y con pausas para que los hermanos nos metiéramos unos con otros, o todos con nuestra madre, claro, o ella incluida contra mi padre, que si conducía muy rápido. Lo echaba tanto de menos... un ratito de vez en cuando, claro. Creo que la familia es una de las cosas más complicadas que existen.
El martes firmé las escrituras del piso. El notario era un señor que, aparte de inmensamente rico, era muy simpático. Y el apoderado del banco era mefistotélico. llegó sin hacer ruido, impoluto dentro de su traje, con el cráneo como una bola de billar. Me explicó las condiciones del préstamo, con un golpe seco de voz me explicó lo que es ejecutar ( cuando se quedan con tu piso si no pagas), me puso delante todos los papeles que tenía que firmar, como quien reparte las cartas de una baraja, y una vez estuvo todo, dijo “felicidades” y se esfumó con un ligero olor a azufre. El caso es que me puso un poco.
La mudanza, la última cena en el otro piso, el proceso de desmantelar cosas y recuerdos son momentos que prefiero dejar atrás, porque han sido un poco tremendas y duelen.
La primera noche en el nuevo piso llovía mucho, me sentía terriblemente solo, y me decía que qué coño estaba haciendo con mi vida. Una cosa buena, lo silenciosa que es esa parte del piso, jugaba en mi contra, porque en medio de la noche, sin poder dormir, sólo escuchaba el viento huracanado que hacía y la lluvia en los cristales. Fue como pasar la noche en el monte pelado, dijo alguien jocosamente unos días después. Lo bueno de cuando tocas fondo, se comenta, es que a partir de entonces sólo subes.
Y estos últimos días han sido bastante ajetreados, peor de subida. El miércoles estuve con Ulía en Media Market, ese sitio que tiene anuncios en la radio donde siempre sale gente gritando. Me regalé una tele chula, de 21 pulgadas. No es enorme, pero viniendo de mis 15, me parece un IMAX. También me compré un despertados radio con números enormes, que siempre había querido tener uno ( no necesito estufa, no VEÉS que en la selva no HACE frío; tengo móvil!)
Y poco a poco voy ordenando, haciendo arreglos, llamando a las compañías, que si el teléfono, el ADSL, quedar con el de las obras, a ver si empezamos pronto, que si la revisión d ella instalación eléctrica...
Lo mejor es cuando, después de unos días, te colocas la cadena de música y puedes volver a escuchar tus discos. las pequeñas comodidades que das por supuestas, las pierdes unos días, y cuando las recuperas son geniales. Inauguré mi piso con Foolish Love, de Rufus Wainwright, una canción que sube, y sube, y sube, a todo trapo.
El jueves fui a la fiesta de despedida de Bea, una amiga que se va a la india a rodar un documental. Nos juntamos muchos compañeros de trabajo del antiguo estudio: Tere, Elena, Tato, Manuel, Francisco. También conocí a amigos de amigos, y flirteé tanto con el camarero que mis promesas de irme pronto se volatilizaron por el tercer Absolut con zumo de naranja, creo. Todavía no sé quien me llevó al Pink Flamingos, que era todo como de Drum' n' Bass .
Y el viernes fui al concierto de Astrud y The Magnetic Fields. Me encontré con mucha gente que hacía tiempo que no veía, después de tantos días introspectivo en el monte pelado, así que cuando llegué me atabalé un poco; saludé a JoseC , Jorge y Orlando, luego a Fran e Inma, e hice amago de ir a comprar un cerveza con Jaime, busqué a Lupe y Josina, y me metí en la sala hablando con Patata por el móvil mientras nos veíamos, ella en el primer piso y yo en platea, porque somos así de chulas. En el patio estuve charlando con Sebas e Iko, y luego nos fuimos todos a nuestros asientos, que esto de comprar las entradas por internet y eso, pues que todos dispersos.
A mí Astrud me encantó. Genís salió que parecía Chris Korda, con su actitud habitual de teclista telekinético. Bueno, esta vez se involucró un poco más, porque estaba usando un programa nuevo que grababa sonidos en el momento y hacía un loop con ellos ( luego se lo conté a Nacho, y dijo que le parecía chulísimo, eso), y como que a veces les costaba un poco empezar las canciones, con tanta tecnología. Claro que los Magnetic no llevaban nada de tecnología y también les costaba empezar cada canción, así que posiblemente fuera alguna declaración de principios, o una pose estética; el caso es que vistos seguidos, me encantó lo similares que son los dos grupos(luego Genís me dijo que él siempre ha querido ser Claudia)
En la media parte estuve charlando con Clara, Mauro y Bibiana( que al final del concierto me dijo que le habían gustado mucho los magnetic). Luego llegó Guille y dijo que ya andaban haciendo canciones nuevas, así que aparte de por lo de siempre, me puso contento por algo más :P Me crucé con Javi e Irantzu, pero no quisimos asustarnos mutuamente con lo de las reformas en los pisos, y nos fuimos corriendo a ver a los Magnetic Fields.
El concierto me chocó, porque sólo llevaban un piano, una guitarra, un violonchelo( creo que era eso), y Stephin Merrrit un ukelele. Luego me explicaron que tiene un problema de oído, y le duelen mucho cuando oye sonidos fuertes. Por eso se tapaba los oídos en los aplausos. Lo que pasa es que le hacía parecer todavía más raro ( porque tiene una pinta de ser raro raro...).
El caso es que sonó precioso, como muy delicado, incluso temas que en los discos tienen mucha base electrónica, quedaban muy chulos. Tocaron algunas de mis favoritas, como All My Little Words, All The Umbrellas in London, que me recuerda tanto a cuando vivía allí, o Reno,Dakota, que me hace siempre mucha gracia, y me recuerda a Cole Porter. El nuevo disco no me gusta tanto, peor el single es muy bueno. Eché de menos World Love, con su brindis por change and chance, o When My Boy Walks Down The Street.
Cuando acabaron, Fran me dijo que se quería ir a Barcelona aseguir escuchándoles, que quería más.Es lo que pasa con un grupo con tantas canciones buenas, y que viene tan poco. Me encantó Claudia, que tiene mucho desparpajo; y cuando Stephin se levantó para mandar callar a dos que no paraban de charlar en la primera fila.
Después del concierto me fui a cenar con Jose C, Fran e Inma, y unos amigos suyos. Al acabar me pasé por el Red Bar, que estaban Ana, Claudio, Rul, Sebas, Iko , con los que había quedado a la salida. Luego algunos se fueron al Barbarella, pero a mi me dio pereza, había dormido poco, y tenía más mudanza al día siguiente; así que tampoco fui con Roberta al nuevo local del que es relaciones públicas( como Samantha), y me fui a casa.
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