jueves, septiembre 30, 2004

El via crucis hipotecario

El proceso de concesión de una hipoteca es como una peli de suspense. En el momento más inoportuno, te suena el móvil, y una voz a la que se le nota que le importa un pimiento lo que pase con tu vida, te anuncia que han recibido el informe del Banco de España, y algunas cosas no son como se las había dicho. Que quéééé , contesto yo. Además jadeando, porque te pillan subiendo unas escaleras y encima estás todo el rato pensando que los del banco se van a creer que te han pillado y tienes un acceso de histeria. Señorita, que yo sé lo que le he dicho, tiene que haber un error. , Silencio, luego, el autómata replica: el Banco de España dice que sus avalistas SÍ están pagando una hipoteca. Coño, claro, ahora caigo. La casa de la playa. Lo que pasa que por lo visto los informes que el Banco de España tiene sobre todos nosotros no especifican qué tipo de hipotecas, o de préstamos o de ná.

Cuando consigo explicar que esa hipoteca no es cuantiosa, y que además ya la había mencionado antes, y nunca había habido ningún problema, me siento un poco más tranquilo. Hasta que te contestan que entonces necesitan como siete papeles más.


Y así hasta la próxima llamada sorpresa. Mis días están llenos de alegrías.

Bueno, eso fue el lunes, porque el martes todo se arregló, y he pasado al siguiente nivel. La chica que lleva mi destino ahora es muy agradable y maternal, me llama hijo, y cosas así, y me está tramitando la tasación. En eso estamos.


Poco más que contar... Me encuentro a gusto con los planos que tengo encima de la mesa, después de bastante tiempo. No sé por qué. Debe ser que estoy con los últimos que quedan del baile a lo Justin Timberlake, y me lo estoy pasando bien. El otro día animé uno en que se frota el paquete, y todo el estudio se rió. Decidimos mandarlo, un poco temeroso, y el director mandó una nota diciendo “Yes!!”
Días así hacen que todo merezca la pena.


Mi última afición es hacerme socio compulsivo de todos los dvdclubs cinéfilos que me voy encontrando por la ciudad. El último, uno en Ópera, que para ir me justifica un paseo diario por el Madrid de los Austrias, divino en estas noches de luna llena. El otro día me alquilé Carrtera perdida, que hacía años que no la veía, y me morí de miedo. No me acordaba que sale Marilyn Manson. Hoy he cogido la segunda temporada de Sex and the City. Nacho no para de mencionar la serie todo el rato, para cada situación tiene un consejo sacado de ella, y como sólo tengo la primera temporada, pues me tengo que poner al día para enterarme de algo. El otro día, en Barcelona, cuando se fue la luz, todo el mundo histérico y él, con la copa de cava en al mano, diciéndome que las cosas que hago son típicas de Miranda. A mí me encantaría que fueran como de Samantha, pero no.


A veces me tienta la idea de hacer como Carrie, y convertir mi diario en una crónica de mi vida sexual, llena de preguntas sin respuesta posible sobre las relaciones de pareja, y la cama. Claro que, si se me quejan de que actualizo poco, eso ya sería de chapar el diario.


Me voy a la cama. A leer un rato.