A la espera de una entrada mejor...
Estos días no tengo tiempo de nada; así que de momento pondré algo, más que nada para mantener la costumbre y recordarme que llevo un diario.
El fin de semana estuve en Cádiz, en la boda de mi primo. Fue muy chulo, porque nos juntamos los cinco: mis padres, mi hermana, mi hermano y yo. Como en los viejos tiempos. Quedamos todos en Sevilla, y cada uno vino en un medio de transporte ( menos en barco, claro): mis padres ya estaban en Cádiz y subieron en coche; mis hermanos llegaron desde Barcelona en avión, y yo en AVE desde Madrid; y el domingo, tristones, pues a la inversa: Tú a Boston y yo a California. Me da rabia porque últimamente siempre que dejo a mis padres después de un fin de semana, me da como ansiedad, o tristeza, o algo... Menos mal que en tren me pusieron a Woody Allen.
Y el resto de días, trabajando mucho mucho, que tenemos el apretón de producción que ya es mensual, nada excepcional.
Ah, y ya soy propietario de un hermoso piso lleno de muebles de los setenta. La mudanza, como siempre, un coñazo, pero ya estoy allí, con Pancho. Como tiene un pasillo enorme, echamos carreras.
Por las noches me entretengo desembalando, limpiando, aprendiendo cómo funciona el calentador, descubriendo artículos extraños que se dejaron los antiguos propietarios. Todo provisional, claro, porque si todo va bien, enseguida me meto en reformas.
Lo malo es que hasta que no me instalen la línea de teléfono fijo, como dentro de 15 días, no me puedo conectar a internet. Así que saco diez minutillos del trabajo, como ahora, o me voy al ciber.
Como diría la Tarzana... adiós!
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