Ser hetero también mola
He decidido que hay que poner títulos chocantes para entradas como estas, que anticipo largas y un poco ladrillo; es lo que tiene ser incontinente verbal, y no poder actualizar en una semana. Pero con un título así, la lees con más ganas, por el morbo.
El domingo pasado, por la noche, dejé Barcelona un poco abatido. Hay días en que la lejanía con la familia pasa factura, y ése era uno de ellos. Afortunadamente, durante la semana, las noticias desde allí han sido inmejorables, y eso anima. También, en el tren, me encontré con un antiguo amigo de la universidad, que también está viviendo en Madrid, y nos pasamos un buen rato recordando profesores, comentando qué fue de..., a quién vemos todavía y a quién no, y qué estábamos haciendo. Él trabaja en un banco, haciendo previsiones económicas, usando algunas de las mates que nos enseñaron, y programando mogollón. Afortunadamente, a mí me salvó saber dibujar. Creo. Nos dimos los teléfonos, y espero que nos veamos de vez en cuando por aquí.
El lunes fui a cenar con Edu y su hermana Helena, que ha pasado esta semana aquí. Quedamos en una franquicia de restaurante argentino, La Vaca Argentina ( obviamente). No esperaba que la carne fuera la leche, y no lo era, pero la localización sí. Está en la ribera del Manzanares, y cenamos en la terraza, cubiertos de árboles, sin apenas coches, mientras pasábamos de la tarde a la noche cerrada. Como además estos días ha hecho fresco, y corría la brisa, pues sólo se oían las hojas de los árboles, y era como estar cenando en un pueblo. La comida puede que no fuera excepcional, pero valió la pena.
El martes estaba agotado, y no tenía el cuerpo para nada. Pero Ulía, gracias a su nuevo empleo de promotora musical, nos puso en puerta del concierto de Bajofondo, un grupo multitudinario argentino ( ha sido una semana un poco argentina), que toca una mezcla de tango y música electrónica. O sea, dije yo, la nunca visto, vamos. Otro grupo rollo Gotan Project, de esos que le chiflan a los franceses para poner en sus recopilaciones finas, y que va de coña para hacer cualquier otra cosa mientras pones el cd. Música de ascensor, para entendernos. Es que a mi el chill out y esas cosas no me va nada. Pero había quedado en ir con Edu, y fui. Al fin y al cabo era un concierto gratis, che!
Y mira por donde, son rebuenos. No son para nada finos, sino muy bakalas y raperos. Empezaron fuerte, con violín, bandoneón, contrabajo, dos portátiles y un tipo al teclado que se levantaba y hacía scratchings. La s proyecciones molaban mucho, y si no fuera porque estaba agotado, hasta habría bailado un poco. El resto de la Riviera, a pesar de no estar muy lleno, bailó mogollón. Acabaron sacando al público al escenario, hicieron unos bises, y se pusieron a pinchar musicón. Tanto, que la gente no se iba, y tuvieron que volver a salir, y tocaron un tango encima de una remezcla explosiva de una canción de La Mala Rodríguez. Sólo les puse una pega, y es que les falta una voz, porque tanto tema instrumental, por muchos bpms que le metas, al final puede llegar a cansar. Además, a mí me encantan los grupos con mucha gente detrás y una cantante delante. Pues eso, que el concierto muy chulo, peor otro día que llegaba a casa pasada la medianoche. Suma y sigue.
El miércoles no pensaba hacer nada, aparte de llamar a Mario para felicitarle su cumple. Edu y Helena estaban de cena familiar, y yo decidí quedarme en casa. Pero llamé a Lluís para ver cómo le iba, y acabamos tomando unas cañas en La Latina. No tengo remedio.
Por cierto, a todo esto con jornadas a contrarreloj para intentar cumplir una producción decente, que nos permita acabar la película en el pazo estipulado. Y eso que la productora nos lo está poniendo difícil, con planos que debemos dejar parados, porque han decidido regrabar el diálogo de los actores ( sí, en animación la voz del actor se graba antes de la animación, para que el animador base su ritmo y su actuación en la voz), o planos que nos mandan por equivocación, que iban destinados a otro animador. Así que más de un día me he vuelto de los polígonos echando humo. Y mi estado de ánimo durante la semana, por esto y bastantes cosas más, ha estado oscilando entre el agobio y la melancolía.
El jueves quedé con Mario para tomarnos unas cañas por su cumple. Hacía tiempo que no le veía, porque ha estado en el balneario, y, después de todo, no han hecho demasiados estragos con él, aparte de estar más blancucho que la media, por la reclusión. Nos tomamos unas cañas ( bueno, me tomé, que él vive de cocacolas) y cerdeamos lo justo, con una patatas cinco salsas, y unos chopitos. Me dio un cd atiborrado de mp3s para que meta en el ipod, de canciones que molan mucho. Entre ellas Vamos a bailar, de Paola e Chiara, que está en una etapa proselitista y no para de alabar las grandezas de esa canción.
Luego volví a casa, donde Edu celebraba una cena con María, Helena y M.N., sin G. C., que estaba de noche de amor y pasa de los amigos. El ambiente estaba genial, pero yo estaba tan cansado, que me tumbé en el sofá y me dormí delante de todos.
El viernes dudaba entre reposar en casa o ir al concierto de Chico y Chica. No había quedado con nadie, y encima empezó a llover. Peor al final las ganas de no perdérmelos fueron más fuertes. Edu no se animó. Quedé con Urban, al que hacía mucho que no veía, y nos fuimos para el ocho y medio, que, como esperaba, estaba hasta los topes. En la cola me encontré con Rúdiger, Skizo y Elektro, y ya dentro con mucha más gente. De hecho, en la escalera estaban postradas como dos starlettes Juan Flahn y Félix Sabroso. Dijeron que me estaban esperando, pero sé que mentían.
Por la sala también saludé a Tolo, a Orlando,y a Lupe y Josina. Chema se trajo a Pat, que creo que vuelve un poco a la vida social después de ser abducida por las técnicas yankis de su empresa. Y Nono llevaba una camiseta donde decía: ser hetero tambien mola. No comment.
De pronto, en la barra, me saludó una persona que no conocía, que resultó ser Carlos Cavestany, un amigo del que Nacho me había hablado. Estuvimos charlando un rato, y quedamos para comer uno de esos días en que van con Manolo, Mauro y Joaquín. Ya veré cómo me lo hago para salir se San Sebastián de los reyes y llegar a La Moraleja, donde quedan, pero algo se me ocurrirá.
Cuando acabamos de hablar, un chico al que tampoco conocía me hizo al técnica Topacio ( bueno, él la llamó Penélope). Se llamaba Toni, y me presentó a su novio, Jose Luis. (Toni, chato, te acabo de sacar del armario. Eso te pasa por saludar a desconocidos). Me dijo que era fan del diario, aunque en realidad era un nostálgico del Diario de Nacho, como todos ;-P Estuvimos charlando de lo adictivos que son los blogs, que te enganchan al vicio de saber cómo es la vida de otras personas. Por lo menos él lo estaba. Y eso que su novio decía que era un pesado, con el universo fangoria. Yo le dí la razón, que tanto universo fangoria,y tanto fanfatal, y tanta endogamia al final cansa un rato. Desde aquí te lo digo: Toni, haz más caso a tu novio y menos a Fangoria, coño!...
Joé, qué arisco estoy yo hoy. Debe ser que una cuantas personas más, que no conocía de nada, me soltaban: "actualiza, V.“, y me habrá dado miedo escénico.
El concierto de Chico y Chica fue la bomba. Empezaron -creo- con Chantaja, y cantaron muchas del disco nuevo, y los clásicos de siempre. También hubo tiempo para que hicieran magia con un billete de 50 euros ( que pidieron prestado y devolvieron), para que demostraran el método Pilates mientras cantaban ( y consiguieron que el público les imitara, a pesar de las apreturas), para que nos demostraran qué es ser metrosexual ( pues que Chencho pudiera llevar una falda sin que le gritaran maricón). Como siempre, salió Félix Daniel a cantar, con un estilismo imposible con peluca rubia y pañuelo, que parecía Axl Rose, pero en sexy. Acabaron con Supervaga, haciendo baialr a todo el mundo como posesos, que hasta la gente se abalanzaba al escenario. Acabamos todos sudadísimos, pero muy contentos de que nos guste tanto un grupo tan total. Mi nueva canción favorita es el tema Coméntele a Ella, que parece un pasodoble pasado por Camela y escrito para El Puma.
El sábado estuve escuchando el disco, Status, que me lo compré en el ocho, y me encanta. Suenan como los Pet Shop Boys, súper elegantes, y con melodías muy curradas, pero con unas letras surrealistas descacharrantes. Me encantan,me encantan ( me gusta porque mis críticas musicales son súper profesionales) Por la tarde me fui a ver otra peli de Cassavetes a la filmo: A Woman Under the Influence, que me fascinó. Ya me dijo Javi ( el otro) que me iba a gustar. Y me entusiasmó. Por la forma en que está rodada. Porque es una historia de amor preciosa a pesar de las adversidades. Porque retrata la vida familiar con todas su grandezas y todas sus miserias. Y porque su protagonista, Gena Rowlands, es una actriz inmensa, que pasa de la locura a la pena en un momento, y te enamoras de ella, y te atrapa en su drama, y lo pasas fatal, que eso me mola mogollón, en el cine. Como me temía, salí hecho polvo. Lo que me faltaba a mí en estos días.
Por la noche charlé, un rato con B., nos intercambiamos opiniones sobre los conciertos de Massive Attack y Chico y Chica, y cotilleamos un rato. Luego cené en El Buen Gusto con Edu y Helena. Comimos tanto que después quisimos ver El Guateque, de Blake Edwards, en el DVD y nos dormimos. La hemos visto hoy.
Y una vez más he rellenado una entrada con las cosas tan chupis que me pasan, y me he callado lo que me agobia, que para eso es un diario éxtimo ¿no?
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