Cassavettes
El viernes, después de trabajar, quedé con Martín Sastre, para charlar. Nos sentamos en la terraza del Burguer King de Atocha, donde me encontré con Núria y Alberto ( que se ausentó un momento porque "había visto una foto", y se fue a hacerla, con su camarita portátil. Es lo que tienen, los fotógrafos). Después de charlar un rato, se fueron a ver Troya.
Martín y yo nos quedamos,paseamos por el mercadillo improvisado que se monta por allí, donde el top manta de discos y dvds convive con el de cachivaches, y el de libros de ocasión. Nos fijamos en las gafas de sol antiguas, comparamos opiniones sobre Matthew Barney -que ambos compartimos: es un pesao-, y nos tomamos un helado. Hablamos de ARTE, de Supergirl, de canciones de los ochenta, y de futuros proyectos. ¿Qué saldrá de todo ésto?
Cuando lo dejé, sin pasar por casa, sin dejar la bolsa del trabajo, y sin cenar, me fui a la Filmoteca, a ver la primera película de John Cassavettes, que se llama Shadows. Había leído mucho sobre ella, pero nunca la había visto. Es del año 58, y la rodó con compañeros de la escuela de arte dramático, a base de improvisaciones montadas sobre una mínima base argumental. Por influencia de la Nouvelle Vague, está rodada de manera muy espontánea, con planos desenfocados, saltos de eje, sin respetar la continuidad entre una escena y otra, con una composición descuidada, con la cámara en mano. La historia es el conflicto que viven trs hermanos negros, dos de los cuales ( un chico y una chica), podrían pasar por blancos. La chica ve truncada una historia de amor que podría llegar a ser, por culpa de los prejuicios raciales, cuando su novio descubre a su familia; el hermano, músico de jazz atormentado y bohemio, no encuentra su camino en la vida, no se adapta a sus amigos blancos, medio reniega de su hermano, el de rasgos negros, pasa las noches por los bares, y siempre, en la madrugada, y dentro de los antros, lleva sus gafas de sol, como Tiga. La historia no acaba con la resolución de ningún conflico, los personajes siguen atormentados, y como en la vida, no hay resoluciones definitivas, ni receteas probadas.
La película me impactó profundamente, quizás por la época que estoy pasando, quizá por al fuerza de sus imágenes, tan amateurs y tan potentes. O por los actores, totalmente identificados con sus personajes, que están impresionantes. El caso es que desde entonces no puedo dejar de pensar en la película, en la historia de amor truncada de la hermana, en las gafas de luna del hermano. Como tengo personalidad compulsiva, de pronto necesito ver más películas suyas, así que intentaré pasar por la filmoteca estos días siempre que pueda. A pesar de los estragos que me causen sus historias; no creo que pueda evitarlo. Sólo conozco otro director con el que me haya pasado esto, con Fassbinder, que siempre que veo una peli suya me deja matao, pero no puedo dejarlas pasar.
De hecho, estoy viendo demasiada películas, últimamente. Creo que estos días sólo me siento cómodo en la ficción. Esta mañana, en el tren de Madrid a Barcelona he visto En el calor de la noche, de Norman Jewison, otra historia de racismo, que me ha encantado. Sobre todo la amistad progresiva y totalmente inesperada entre el inspector negro del norte, sabelotodo y prepotente, y el viejo sheriff sureño, racista y misántropo.
Y esta tarde he visto Something's Gotta Give . No consigo recordar exactamente el título en castellano ( te puede pasar a tí?, cuando menos te lo esperas?). La de Diane Keaton y Jack Nicholson. Que también me ha encantado, sobre todo por la historia de amor tan sinuosa. Siempre envidio la capacidad del cine de presentarte lo que hacen dos personajes simultáneamente, que veas lo que está sintiendo cada uno mientras el otro no tiene ni idea, o una idea totalmente opuesta: las cosas que no se llegan a decir por miedo al rechazo, o por verguenza, o por orgullo, o ppor que simplemente ni las piensas; las reacciones que ocultas a los demás, y esas cosas. ¿Te imaginas que en la vida pudiéramos saber esas cosas?
Además, es romanticona absurda, y sale París, así que lo tenía todo para que acabara llorando y riendo en el sofá, medio tapado por el cojín. Adoro a Diane Keaton, me enamoré de ella en Annie Hall, como todos, y desde entonces.
He venido a Barcelona a pasar el fin de semana, y no me apetece separame de mi familia. Me he pasado el día tirado en el sofá, a la vez contento de poder disfrutar de todos, y angustiado por lo cerca que hemos estado de no poder. Intentas aferrarte al momento, que las cosas no cambien, que se queden como estan, pero sabes que no es posible, que sólo puedes desear que todo salga siempre lo mejor posible, pero poco más que eso, desear. Después de todo, hasta aquí no ha ido mal, ¿verdad?
Como dice Stephin Merritt en una canción, debes brindar por el cambio y el azar ( ...so raise your glass, for change and chance...). Supongo que es lo único que podemos hacer. Sobre todo cuando te das cuenta de que muchas cosas de la vida que das por supuestas, que crees que siempre estan ahí, te demuestran su fugacidad.
Además, esta tarde me he estado bajando canciones, que mi hermano tiene el soulseek ese. Con un poco de suerte, me voy con los discos de kings of convenience y notwist, aparte de meterme el de Jamie Cullum en el ipod, que ya lo tenía descargado.
También he estado sopesando seriamente la posibilidad de ir a Benicàssim este año, a pesar de mi aversión a los macrofestivales campineros y calurosos; pero es que viene los dos pilares de mi educación sentimental: Morrissey y los Pet Shop Boys. Mmmmmmm
Y me he leído un librito fascinante, La escafandra y la mariposa, de Jean Dominique Bauby; ese hombre que se quedó totalmente parlizado pero lúcido, y escribió su experiencia desde dentro, dictándola letra a letra con el parpadeo de su ojo izquierdo. Un libro escalofriante y muy muy bonito. Por lo terrible de su estado, y lo libre que se sintió los dos años que le quedaron de vida.
Buff, creo que es culpa de Cassavettes, todo esto. Estoy viendo demasiado cine.
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