De melodías comunes a muchas canciones
Esta mañana he ido hasta los Sanse de los Reyes en tren. Era la primera vez que estaba en Atocha tan temprano un laborable, en hora punta. Tenía miedo de que los trenes fueran como metros, atiborrados de gente, pero los vagones son tan grandes que hasta me he podido sentar. Quizás es porque llovía muchísimo, y la mayoría ha optado por el coche. No sé.
En el camino, he ido leyendo el Vanity. Concretamente el artículo sobre la guerra interna de ejecutivos en Disney, donde además ha habla del cambio de estilo en gestionar macromegamultinacionales, sobre el inicio y el fin del ciclo alto del cine de animación, y que ha coincidido casualmente con el despertar de mi interés por este medio artístico. Cuando se inició el auge, me empecé a plantear la animación seriamente, y ahora que se acaba, curiosamente no me encuentro tan ambicioso como antes. No sé ahora si estaría dispuesto a emigrar a Estados Unidos, a consumirme la vida a la luz de un fluorescente de mesa de luz, día y noche, a poner mi carrera por delante de todas las cosas. A pesar de que adoro animar, siempre pensé que eso era una vocación puramente, y quizás, aunque sin duda lo sea, dependa en cierta medida de la situación global del medio.
Ya decía Ortega que nunca debemos subestimar el efecto de las circunstancias sobre el carácter.
También he ojeado un artículo sobre las teorías conspiratorias, que va a ser el segundo que me lea, con lo que me apasionan esas chorradas.
Al bajar del tren, los necesarios veinte minutos de marcha hasta el estudio. Diluviaba, pero como a mí me gusta la lluvia, que además me recuerda a Londres, y el dietista me obliga a caminar mínimo media hora al día, pues tan contento. He llegado el primero al estudio, cosa que me encanta: hacerme un café, sentarme a la mesa sin tener que ponerme los cascos para concentrarme, trabajar sólo en mi plano sin tener que estar pendiente de nadie más... siempre digo que mis mejores momentos son con el estudio vacío.
El resto del día, apacible. He avanzado bastante en mi plano, he resuelto ciertos problemas de perspectiva y construcción, y funciona mucho mejor. Y a las cinco en punto, los otros veinte minutos hasta el tren, y a yoga.
Hoy ha sido una clase muy dispersa. Sólo estábamos la profesora, Nacho y yo, y nos resultaba imposible pasar de postura sin estar de cháchara como 15 minutos. Me han estado explicando cosas de música, porque Nacho se ha propuesto componer con Mauro una canción a la semana, y de momento lo están cumpliendo. Hablaban de la melodía de voz, y de la melodía de la canción, y por lo visto hay muchas canciones que tiene las mismas notas, o acordes, pero luego el ritmo es distinto,y la melodía de voz, y los arreglos, así que no suena igual. Resulta que la combinación de las notas muchas veces acaba en la misma melodía para muchas canciones, de forma involuntaria, o voluntaria. Por ejemplo, I Will Survive tiene la misma melodía que A Quién Le Importa, y la misma que It's a Sin, que resulta que es la misma que la del bajo en el estribillo de Entre Mil Dudas, del nuevo disco. Yo, que no tengo ni papa de música, tenía al boca abierta, porque nunca me doy cuenta de esas cosas. Me acuerdo de cuando, para mi admiración, mi compinche trupero oyó Ray of Light dentro de la canción de Let's be Hippies, de Begoña, y yo que ni me entero...Así que todo muy apasionante, que de vez en cuando Gema nos decía que qué tal si continuábamos con al clase.
También hablamos del concierto anulado de Mastretta y Josele, de operaciones de cirugía estética, hicimos clase de inglés, y todo entre asanas, respiraciones y meditación. Por cierto, nos ha dicho que estamos hechos unos sadakas ( ¿?)
Al acabar, hemos estado viendo cómo Ricardo jugaba con su batería nueva, y volvían a hablar de cosas de música para los conciertos, como midi, loops programados y cosas de esas. Todo fascinante para mí, por inculto. Dicen que será lo mismo que dibujar para otra persona que no sabe hacerlo, y que para mí es sencillo. Pues será.
Al salir, nos hemos encontrado con Mar, y hemos quedado el miércoles, para que nos dé las camisas, que ya están listas. Y con Tori, que venía del showroom de Amaya Arzuaga, y nos ha regalado un catálogo, diseñado por él. Chulísimo.
Después he quedado con Edu en el Corte Inglés de Sol, para comprar comida. Nos hemos encontrado de manera muy graciosa, chocando por casualidad, despistados, y nos hemos pedido perdón sin darnos cuenta. Podría perfectamente haber sido de nuevo el principio de muchas cosas...
El jueves damos una cena, toda a base de foie. A Edu de vez en cuando le da por montar cenas francesas. Debe ser la morriña, pero como yo soy muy partidario de todo lo francés, pues superafavor.
Y en casa, un poco más de bricolaje, un poco de cocina creativa, y , tras un intento de coger el lápiz unas horitas más, he decidido que mañana será otro día, y mejor actualizo el diario.
Ah, y revisando el correo, y gracias a unas llamadas oportunas, ya me he enterado de la historia de Marnie, la ladrona. Qué poca vergüenza...
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