sábado, abril 03, 2004

Dilemas y cenas

El viernes me levanté como pude, pero aún así conseguí llegar decente al trabajo. Mientras me untaba el beauty flash para disimular el cansancio, me juré que esa noche no salía. Para no crear falsas expectativas, te diré, querida lectora, que así fue, no salí. Estar en casa de alguien no cuenta.

El día se me pasó relativamente bien, supongo que porque al fin parece que se van solucionando los problemas de comunicación con la productora, y el trabajo va más fluido. Además, no tuve muchos momentos de arrepentimiento por la decisión que he tenido que tomar esta semana. Quizás por la intensa vida social, que no te deja darle demasiadas vueltas a la cabeza. Según se vayan desarrollando los acontecimientos, veré cómo me voy sintiendo.
El caso es que esta semana tuve que elegir entre dos buenas ofertas de trabajo; una ya estaba planteada de hace tiempo, aunque últimamente algunas circunstancias relacionadas con la solvencia de la empresa, la convertían en una opción más insegura. Aunque la película me parece más interesante. Por otro lado, me llegó de pronto la otra oferta. Era mucho más suculenta, desde el punto de vista económico, pero el proyecto me parecía menos adecuado para mi estilo, y lo que yo busco en este momento. La empresa que ofertaba tiene, hoy por hoy, un futuro mucho más interesante. Así que estos días me he debatido entre coger un porrón de dinero, hacer un trabajo que me guste menos y arriesgar menos en el futuro, o hacer un a peli que me apetece más, ganado un buen sueldo, pero no tan bueno como el otro, y arriesgar más para el futuro. Al final me decanté por lo último. Con todo, creo que he dejado la puerta abierta para futuras colaboraciones con la otra empresa, y no tengo la sensación de haber dejado pasar un tren o de haber perdido una buena oportunidad.
Bueno, a ratos sí que lo pienso. Pero tengo una profesión, para bien o para mal, que está llena de este tipo de decisiones. Y lo más difícil es que las perspectivas de futuro cambian continuamente, así que es un poco una ruleta. Por eso he sopesado pincipalmente el presente, lo que me apetecía en este momento sin cegarme por el dinero ( el dinero no es nuestro Dios, me ha recordado alguno...), y he intentado dejar la puerta abierta por si en el futuro decido cambiar el rumbo.
Espero que entiendas algo, querida lectora, sin entrar en muchos detalles. Aunque por lo menos a mí me ha venido muy bien escribirlo, para ordenar mis ideas, y confirmarlas.

Por la noche quedamos Edu y yo con JC y Nacho en casa de Carlos, para cenar. Nos recibió en chándal, y yo le dije que encima que me había arreglado para él, va y me abre la puerta así. Me calló mostrándome la marca del chándal :P. Preparó una ensalada con queso de cabra y bacon, y luego fondue de queso, y cada uno de nosotros contribuyó con algo. Nacho y JC trajeron helados de plátano y fresa, y nosotros vinos blancos para acompañar la fondue, y un poco de embutidos para mojar, rollo raclette ( esto ya parece el fotolog de JoseC).
La cena estuvo muy divertida, charlamos de Francia, que es un tema que siempre sale cuando se juntan Edu y JC, y yo muy a favor, que soy fan de Francia. En este caso, hablamos de política y de solistas franceses. También hablamos de toros, de compañeros de trabajo, de la Pasión de Cristo ( Carlos la veía hoy, ya me contará. Creo que va a ser la única forma en que esa peli salga en mi diario: a través de otros). Por supuesto, todo quedó registrado para el diario gastronómico de Nacho.
Después de cenar, nos tomamos unas copas, todos tirados por el salón. Sacaron un orujo de hierbas casero que causó ciertos estragos, y escuchamos canciones y charlamos. Nacho se llevó prestado un disco de Rafaella Carrá, para pinchar una canción el próximo domingo en el Enfrente, y Edu uno de Benjamin Biolay, que nos gustó mucho.
JC y Nacho se retiraron, y nosotros tres nos quedamos un rato más, por prolongar el placer. Hasta que decidimos que estaba bien, y haciendo eses nos metimos en un taxi. Poco antes de llegar, decidí bajarme del coche para airearme,que si llegaba a casa con semejante pedal, iba a ser peor, y acabé la noche con recorrido turístico a pie por el centro de Madrid, que siempre está bien.

Al llegar a casa tardé rato en dormirme, porque estaba muy a gusto, y hoy no tenía nada que hacer. Si consideras la semanita que llevo, y encima trabajando al día siguiente, comprenderás la bien que me sentó éso.

Ah, y feliz cumpleaños, Manu.