En Euskadi
Desde luego, cada vez que voy me confirmo más. Soy súper fan del País Vasco. Y de los vascos...El viernes por la mañana salimos para Irún. Íbamos en tren Pastora, Edu y yo, a ver a nuestras amigas del norte, Izar y Cayetana. Desde Madrid a Vitoria, donde nos recogía Rober,en cuatro horas y media.Estuve todo el camino leyendo un libro muy entretenido, los diarios de Evelyn Waugh. Es un escritor satírico inglés que yo adoro. Sus libros son divertidísimos, aparte de soltar cargas de profundidad. En sus diarios cuenta , entre otras cosas,sus locos años veinte, con esos grupos de ingleses que iban de fiesta en fiesta, los Bright Young Things, aparte de cotilleos varios, sus inicios como escritor, sus problemas con las mujeres ( sus problemas con los hombres no los escribía, pero todo se acaba sabiendo...), en fin, los problemas de ir viviendo, con sus alegrías y sus penas,y todo con una prosa de escándalo. Cómo te lo diría, que he estado todo el fin de semana aprovechando cualquier ratillo para leer, tan enganchado estoy.
Nada más llegar a Vitoria, nos fuimos a comer de pinchos, para celebrar que ya estábamos en Euskadi. Antes de continuar te prevengo, querida lectora. El jueves le expliqué a mi dietista-psicoanalista mi tesitura. Duranté al semana pasada pillé algunos gramillos, y mira por donde ésta me iba a una zona famosa por su gastronomía. A la que no pensaba renunciar, ¿me entiendes? El dietista-psicoanalista me amenazó : "otra semana subiendo peso y empiezas a coger volumen“ Vamos, traducido, que si vuelves a saltarte la dieta se te nota, GORDA. Pero como en el fondo es buena persona, me dió unos consejos básicos de supervivencia para pinchear sin por eso joderte la dieta. Que he seguido ( más o menos), así que evítate los comentarios sarcásticos hasta el jueves, que ya pondré si he subido unos gramillos más o no.
Después de comer seguimos en coche hasta Irún, donde nos recibieron en su casa nuestras amigas. Tras los abrazos y efusiones, nos bajamos a Donosti a recoger a David, que llegaba en tren desde Barcelona. Era la primera vez que nos volvíamos a ver desde las horribles horas que pasamos juntos en el hospital, donde estuvo como uno más de mi familia. Ahora que ya va todo bien, estaba muy contento de verle en circunstancias mucho más divertidas.
Dimos un paseo, admirando la belleza de la ciudad, del Kursaal, y oliendo a mar.Lo justito para abrirnos el apetito, y todos para la sidrería. Estaba en un pueblo cercano que no podría volver a encontrar ni aunque me fuera la vida en ello. En las sidrerías te sirven un menú tradicional, que consiste en bacalao con pimientos, luego tortilla de bacalao ( gigante) y para acabar unos chuletones de kilo deliciosos. En todo momento la gente se levanta y va a la bodega, donde un tipo va abriendo las cubas de sidra y tú te pones en la cola y llenas tu vaso. Todas las veces que quieras. Vamos, un sitio de ensueño. Poco a poco te vas poniendo contento, te suben los colores, te arden las mejillas y las orejas, con el pedo,te empiezas a reír más y más, y la gente empieza a cantar. Un grupo sacó una especie de acordeón que se llama trikitrixa, y todos entonaron una especie de corrido mejicano, pero vasco, y se pusieron a bailar. El resto aplaudía y levantaba los vasos. En fin, que más que un restaurante parecía un barco pirata... y más chuletones, y más sidra, menos los pobres que conducían. Al salir, nos arrastramos hasta los coches, y volvimos a Irún. Todos se fueron a tomar unas copas, pero yo preferí meterme en la cama y digerir como las pitones. Además de disfrutar un ratito más de Evelyn Waugh.
El sábado por la mañana nos fuimos a ver el Chillida Leku. Cuando llegamos, yo estaba pasando un poco, porque no me entusiasmaba la idea de ir. Y poco a poco me ha ido calando, y todavía me sorprendo recordando alguna de sus esculturas, y en el entorno en el que estaban, entre árboles, en el campo, en su tierra. Muchas de los nombres de sus obras contienen la palabra harri ( piedra), y me chocó lo mucho que se parece a herri ( pueblo). Me pareció curioso.De todas maneras, lo que más me gustó fueron sus dibujos, especialmente su trazo, minúsculo en el papel, pero reconocible en el metal forjado más gigantesco. Era otra cosa muy curiosa.
Después de comer, nos bajamos a Hernani a la aventura de buscar un sitio donde comer. Unos del pueblo nos recomendaron un restaurante ( o jaetetxa, creo), que resultó ser buenísimo. Se me ha olvidado el nombre, pero en cuanto lo averigue lo pongo, que tienes que ir. Claro que lo raro es encontar allí un sitio donde no se coma bien, ¿no?
Después, nos fuimos a Donosti a dar un paseo. Por el camino, Cayetana me contaba los planes que tenían ella e Izar de formar una familia. En abril ya tenía una primera consulta en una clínica de inseminación artificial. Me encanta la gente que abre camino, por delante de las leyes. Seguro que son unas madres cojonudas.
Por la tarde, paseo por la ciudad, café ( café utxa bat, mesedez, creo), visita a la catedral. Nacho me contaba por el móvil los incidentes de la manifestación por el primer aniversario de la chapuza de Irak, a la que asistió con JC. Decía que mientras sus amigos se dedicaban a ir a programas frívolos de televisión o a hartarse de comer por ahí, él cumplía con su deber democrático y se manifestaba contra las injusticias. Ni que ahora fuera Abraham Lincoln!!! Yo, ni caso. Fuimos al cine, a ver la nueva de Almodóvar, y a mí no me gustó mucho. No me creí nunca a Gael García Bernal. Tremendo error de cásting, como yo lo veo. Después del cine, unos pinchos de cena, para no perder la costumbre, y nos metimos en un bar absurdo de ambiente. Antes, en el ambiente ponían música chochi, divertida, bailable, y ahora todos parecen clubes de salsa y merengue, con una música latina horrorosa, y todos los éxitos triunfitos ,que parecen dominicanos. ¿ He dicho ya que ODIO la música latina? Además, las maricas absurdas parece que se han quedado en los noventa, como se visten, como bailan...lo único que tienen en el 2004 son las patas de gallo. En fin, un horror, y nos fuimos a casa.
El domingo David se iba pronto, así que nos levantamos temprano, para desayunar todos juntos. Estos días hemos hecho desayunos como de las chicas de oro, todas en pijama, y con muchos bollos y zumos y cosas encima de la mesa. Toda la cocina, como el resto de la casa, estaba lleno de post-its con palabras en euskera: sobre la silla, uno que ponía aulkia, sobre el grifo iturri ( creo), y muchos que se me han olvidado. Es porque Izar le está ayudando a Cayetana a aprender euskera, que la pobre lo lleva fatal. Es que es una lengua muy difícil, coño. Después de despedir a David, nos fuimos a ver un pueblo precioso que se llama Pasajes y se junta con San Juan. Está en la desembocadura de una ría, que se abre al mar, y sólo tiene una calle.Cubierta de carteles proetarras, por cierto. Con fotos de presos, pidiendo la reagrupación.Como uno lleva una semanita hasta el coño de terrorismo, pasé olímpicamente y me dediqué a ir diciendo los y las que me parecía que estaban más buenos :P
Después nos fuimos a comer más pinchos a Hondarribia, y a bebernos dos botellas de txacolí ( creo que se escribe así). Luego nos despedimos de nuestras anfitrionas, quedamos en vernos en Madrid, y pal coche, vuelta a Vitoria con Rober, y al tren: cinco horitas y media de regional "exprés" asqueroso, de cabezadas, cds variados y Evelyn Waugh.
Nada más llegar a Madrid, como soy una trupera, me fui un rato al Enfrente, que pinchaba Nacho. Allí estaba Roberta, que hacía más de una semana que no nos veíamos, porque ella había ido invitada al festival de cine de Las Palmas, con tratamiento de estrella. Me dijo que me veía más delgado, cosa que después de la orgía vasca, fue como una bendición.Un fan muy abnegado estuvo el pobre todo el rato solo, y cuando acabó la sesión le pidió una foto a Nacho. No se le ocurre otra cosa que decirle que se la haga yo, que soy fotógrafo. ¿¿¿Que yo soy qué???Así le habrá quedado al pobre. Era mejicano, y como haya quedado mal y se dé cuenta en su casa, a ver cómo vuelve. Por culpa de eso ahora estoy súper preocupado, pobrecito...
En fin, después de unas risas y unos tragos, me fui a dormir, que había que trabajar al día siguiente. Y ha sido un día intenso. Mañana te cuento, que hoy ya me ha vuelto a quedar muy largo...
Y perdón a los que sepan euskera por las faltas de ortografía que seguro que he cometido.
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