miércoles, septiembre 14, 2005

Yesterday, when I was mad

Un amigo muy cercano ha sufrido un ataque de ansiedad. El otro día quedamos, y me fui uno de los muchos que le ha estado cuidando, porque tendrá muy alto el nivel de ansiedad, pero también tiene muchos amigos. Charlamos y paseamos, cocinamos juntos, cenamos y vimos Operación Triunfo, porque desde que Lost nos dejó, nos hemos enganchado a ésto.
El caso es que, como soy hipocondríaco, llevo unos días intentando detectar en mi los síntomas de otro ataque. Tengo motivos, porque esta semana está siendo tremenda en el trabajo. Y eso que el fin de semana estuvo divertido, porque el viernes llegó JAM, desde Sevilla. Hacía dos años que dejó Madrid, y se vino de visita. Quedamos con Edu y Javi para tomar una copa en mi casa esa noche, y salimos con tres vodkasnaranjas y un pack de seis cervezas. Fuimos a cenar y estuvimos todo el rato riéndonos con eso salir en la lista de las 50 personas fundamentales del underground madrileño (me encanta lo del underground, voy a usarlo siempre que pueda), que para una vez salimos en internet descritos con gracia y sin que nos pongan a bajar de un burro. “Chacha, esa persona nos quiere mucho”, dijo Roberta luego, cuando quedamos con ella y con Elektro, y nos fuimos al Leki. Allí nos encontramos con Marta y Jose, y al rato vino Mario de una cena. De allí, y considerando que había bastante quorum de personajes fundamentales del underground madrileño, nos fuimos al Ocho y Medio, el local de Luis y Belén Kan, que pinchaba Madelman, otras que tal.

El resto de la noche está entre brumas psicotrópicas, pero una parte de personajes fundamentales acabó en el Cool y en algún chill out, y Roberta y yo acabamos en el Nasti, donde Raquel echó más alcohol al fuego, y bailamos con Araceli, Nono y Borja al ritmo que nos marcaban Eugenia y Tere, A.K.A. Las Heteras, desde la cabina.

Dormí una hora y a las diez de la mañana me fui a buscar a mi tío y a mi primo a Atocha, que TAMBIÉN venían a pasar el fin de semana. Aguanté como pude, ellos se fueron a hacer sus cosas por la capital, y yo dormí un rato por la tarde.

Por la noche cené con ellos y JAM y Edu en un Gino's, y luego quedé con Javi para ver pinchar a Roberta en la fiesta del Extraño Vinilo. Yo no podía con mi cuerpo, así que me pasé toda la noche sentado y bailando con la parte superior de mi cuerpo. Después de acabar el concierto que daban en Yepes, Topacio (que debería ser otra de las personas FUNDAMENTALES del susodicho underground) se vino a la fiesta, porque decía que vestida como estaba no la podían meter en un chill out. Se paseó por la sala, nos reímos mucho, y acabamos bailando Miro La Vida Pasar versión paralímpica, sentados, siguiendo la coreografía sólo con la parte superior de nuestros cuerpazos.

Después de tanta fiesta, pasé un domingo muy relajado, y me prometía un lunes tranquilo. Ja.
Para media mañana ya le había dicho a un incompetente que colmó el vaso que se largara de la película, que no le quería volver a ver; al rato había mandado a otro a vacilar a su puta madre, y acabé la jornada laboral discutiendo por el móvil a voz en grito en medio de la calle con el productor, porque 4 meses después de haber empezado la película se negaba a cumplir los términos del contrato firmado. Los términos económicos, se entiende, porque con los draconianos está encantado, el mamón.

Llegué a yoga con la sensación de náufrago que te deja la ola de adrenalina cuando se retira ( este soy yo intentando hacer literatura del underground), y menos mal que Vilma, la profesora, se empleó a gusto, y nos dejó muy relajados. Además, ahora viene también Alejandro, el hijo de Mari, y las conversaciones entre posturas son de lo más entretenidas.

Al salir, me fui con Nacho un rato a la fnac, quedamos con Manuel Ríos, el de Alpino, que le dejó a Nacho libros y discos, y nos contó cotilleos musicales (Morrissey tiene mogollón de amigos en Los Ángeles, y sale muchísimo. Yo dije que me parecía fatal, que no pegaba nada con la imagen que yo tenía de él, y que a este paso ni era célibe ni nada. “Pues claro que no, boba”, me contestó Nacho). Luego estuvimos comprándonos discos. Él se compró alguno antiguo de Grandaddy, uno de un señor negro con pinta de jipi y nombre raro que le gustaba de pequeño, y el de las remezclas de Bloc Party, porque es discjokey y además vamos a ir al concierto) Yo me compré el nuevo de Fischerspooner, el Golden Age of Grotesque de Marilyn Manson a 6 euros, y el de los Kings of Convenience, que lo tenía descargado pero lo quería tener de verdad, porque vienen fotos y los dos me parecen súper sexys.

Me volví a casa bastante contento y casi dormí estupendamente, y el martes volvió a ser un día tremendo, porque vinieron los directores, y acabé peleándome con ellos por indiferencia de criterios. Fue explosivo, debido a nuestro carácter, y en el estudio todos desaparecieron encogidos, y acabamos solos, a las nueve de la noche, gritándonos cosas. Menos mal que hay buen rollo y acabamos los tres cenando juntos, de cañas. Pero la tensión te deja hecho polvo, y ya esas alturas ya estaba convencido que me venía un ataque de ansiedad.

Hoy me ha salvado el disco de Fischerspooner, Odyssey, porque llevo todo el día escuchándolo, y es un escándalo. Me he bajado caminando hasta el estudio, 40 minutos de paseo escuchándolo, y casi acabo bailando por la calle. He intentado convencer a Nacho para que les produzcan Fischerspooner, pero me ha dicho que esas seguro que son unas maricas problemáticas, y que pasa.
Luego he estado en el dietista, hablando de los ataques de ansiedad, y me ha dicho que claro que me puede dar, que ahora ya a casi todo el mundo le dan, y que con mi trabajo de director, cuando menos me lo espere, ¡placa! Claro que para entonces me importaba una mierda, porque ya me había pesado, y a pesar de las cenas con mi tío, los lingotazos del fin de semana y las comidas de trabajo, he vuelto a bajar por tercera semana consecutiva.
En fin, que por lo menos hoy ya ha sido mejor. A ver mañana...