Las vacaciones de Semana Santa

Al final, la noche del miércoles al jueves apenas dormí tres horas, entre la hora a la que me acosté, y la que me levanté. A las cinco, que a las 6.30 nos pasaron a buscar Vittorio y Maribel con el coche a Edu y a mí. La consecuencia: un mal cuerpo espantoso todo el viaje, que se me hizo eterno. No encontramos muchas retenciones, pero sí tráfico bastante denso. Yo no sé a qué hora se levantó la gente que ya estaba retenida por Toledo a las 7 de la mañana, pero no daba crédito.
Por el camino estuve leyendo un par de artículos muy interesantes del Vanity Fair. El primero trataba, precisamente, de blogs de contenido político en Estados Unidos. Citaba algunos, como Daily Kos, Easterblogg o Eschaton, como centros de debate muy importantes, que estaban robando protagonismo a unos medios de comunicación oficiales dominados por el dinero republicano. El otro artículo versaba sobre la preocupación que están generando en América las nuevas máquinas de voto electrónico, fácilmente accesibles ( como todo lo que hace Microsoft, por cierto), y muy susceptible de ser manipuladas, mayormente por los republicanos ( ¿quién si no?). Que además resulta que están detrás de los directivos de las empresas que los fabrican. Como siempre que leo estas cosas, envidio profundamente el sentido cívico de la ciudadanía estadounidense, de lo críticos que son con sus instituciones, y del dinamismo de su democracia, a pesar de estar gobernados por la peor panda de criminales del planeta. Debo recordarme que cada vez que me acuerde de la madre que parió a los americanos, matice siempre que me refiero a sus gobernantes, que muchos de ellos ni se merecen. Vamos, lo mismo que nos pasaba aquí. Aunque me huelo que tanto blog político todo el rato debe ser un rollo. A mí me gusta mucho uno de un tipo que se llama David E., muy interesante de leer ( en inglés) sobre temas mucho más variados, al que descubrí buscando cosas sobre Gore Vidal en el Google.
Llegamos justo para comer. Y después, evidentemente, una siesta, que el cuerpo no me daba para más. Por la tarde bajamos a Cádiz desde la urbanización donde estamos, para visitar a la familia y ver alguna procesión, que mi madre quería, por eso de la tradición. Vimos a unos tíos y primos, que tienen el mejor hostal de la ciudad, pero nos tuvimos que quedar allí, porque empezó a diluviar, y anularon las procesiones. Comentario de un lugareño: "Claro, si es que con lo de Irak, y lo de Atocha, el Señor ha dicho: a tomar por culo!!!“ ...Y no seré yo el que le quite la razón.
Nos volvimos a casa, y dormí como un tronco.

El viernes me levanté resfriado, con dolor de garganta y tosiendo. Me tomé un frenadol y me tumbé en el sofá, envuelto en una manta. Fuera lloviznaba. Todos decidieron irse a Sanlúcar, a comer tortillitas de camarones a Balbino, pero yo me quedé durmiendo, allí tirado. Les despedí con los ojos ya cerrados, como a las 11.30 y me desperté cuando abrieron la puerta, de vuelta, a las 3 de la tarde. Así que echando cuentas, dormí desde las doce del día anterior hasta la tarde del siguiente. Supongo que después de la vida que llevo en Madrid, cuando salgo fuera eso es a lo que me obliga mi cuerpo. Por la tarde volvimos a bajar a Cádiz, a ver a más familia, a probar torrijas caseras, y a llevarme prestados un par de libros. Uno, de Pío Baroja ( Zalacaín el Aventurero), por eso de no perder las raíces literarias, con tanto leer literatura anglosajona, y otro de Balzac, por lo mismo. Rechazamos la misma invitación en cada casa que visitamos, y volvimos a cenar a nuestra casa. A pesar de la maratón de sueño, se me cerraban los ojos encima del plato. Cómo vendría yo...

El sábado por la mañana ya estaba soleado- un tiempo que ya no nos abandonó en lo que quedó de vacaciones-, así que bajamos pronto a hacer compras a Chipiona. Es un pueblo que detesto, abigarrado, bullicioso y bastante inhóspito. Pero el mercado me encanta. Bueno, supongo que todos los mercados me encantan, seguramente es un tic de urbanita, que además compra casi siempre en el Champion o en El Corte Inglés. Después nos dimos un paseo por la calle comercial, mirando zapatillas absurdas y gafas de sol imposibles, a precios ridículos. De vuelta, al final de la mañana, nos bajamos a la playa. Como tampoco era cuestión de empeorar mi resfriado, y corría un poquito de aire frío, me quedé sentado en la arena, leyendo mis diarios de Evelyn Waugh. Está en un momento muy interesante. Al final de la década de los 20 todavía no ha encontrado su vocación, deambula de trabajo en trabajo sin apasionarse por ninguno, se enamora de gente ( tanto chicos como chicas) que no le acaban de corresponder, y mantiene una intensísima vida social, con dinero prestado de su padre o amigos. Así que narra todas las fiestas, actividades con los amigos, borracheras y rollos con un deje de melancolía muy atractivo. Por no hablar de lo sarcástico que se pone cuando habla de los alumnos a los que tuvo que enseñar algo. Te mueres de risa. Y todo con unas frases que lees y relees, de lo bonitas que son. En fin, una delicia.
Era tan entretenido, que me pasé más de una hora leyendo al sol, y cuando acabé, tenía la cabeza como un tomate cherry, y los brazos como chistorras. No es justo, ni siquiera en abril puedo tomar el sol tranquilamente...
Subí a casa a comer, que habían venido mis tíos con los hijos. La reunión fue muy divertida, comimos mucho, bebimos más, contamos chistes, nos pusimos al día de nuestras vidas, y nos alegramos de estar todos bien de salud, después del añito que llevamos.
Después de la comida, cómo no, la típica siesta de vacaciones, y luego hablé con Roberta, que me dejó al noche anterior un mensaje delirante desde las Canarias, mientras cenaba con Claudio, Pedro, y más amigos suyos. Nos contamos cotilleos, y cómo iban nuestras vacaciones. Y ya planificamos las fiestas que se preparan en al ciudad, que a mí el reposo bucólico me dura como tres días...
Después, quedamos Edu, Vittorio y Maribel para dar una vuelta y cenar algo, al más puro estilo de paseo dominguero, maqueados y con la cara roja del día de playa. Acabamos en un bar del infierno,con cuatro gatos y pantalla gigante, donde tuve el placer de ver los peores video clips de los peores artistas de la música española: La Oreja de Van Gogh, Andy y Lucas, Fran Perea, Revólver, Jarabe de Palo, Seguridad Social...Fue tan extremo que hasta me lo pasé bien, supongo que porque al final, de tanto criticarlos, me reía mucho. Bueno, y el martini ayudaría, digo yo.
Para compensar, me dormí escuchando el cd de Miqui Puig en el discman.

El domingo visitamos Bonanza, el barrio pescador de Sanlúcar de Barrameda. Fuimos a un bar que descubrieron mis padres, por allí escondido, con una pinta de lo más corriente, donde te ponen un pescado de fábula. Por lo visto, viene gente de todas partes a comer allí, y como es enano, tienes que reservar mesa y todo. Es muy gracioso porque no tiene tarjeta, y el dueño te dicta el teléfono, para que te lo apuntes en un papel. Por supuesto, me encantó que tuviera máquina de pescar peluches con la pinza, y el expositor con cintas de Camela, todo dentro del mismo bar.
Al salir, paseamos por la playa, viendo las barcas de los pescadores.
Por la noche, volvimos a Cádiz, a pasear y a comer calzón en adobo. Todo tenía un aspecto mucho más bonito, ahora que se había marchado mucha gente. En las calles empedradas del casco viejo resonaban muchísimo los pasos. Aproveché para probar la cámara digital en fotos nocturnas, mientras paseaba por la Plaza Mina casi desierta.

El lunes fue despertarse, desayunar en la terraza, preparar las maletas y bajar un rato más a la playa, con Evelyn Waugh y con protección. A la una salimos para Madrid. Paramos a comer en Sevilla con Jam, un antiguo compañero de trabajo de Vittorio y mío. Michael, otro amigo nuestro, no pudo venir porque trabaja mucho, en muchos sitios a la vez. Nos pusimos al día de nuestras cosas, de qué tal se encuentra en Sevilla desde que se volvió, hablamos de cómo está el trabajo ahora mismo y en los próximos meses ( tema recurrente cuando se juntan animadores), y nos hicimos fotos. Me dijo que Michael había descubierto mi diario. Como siempre, me puse rojo (aunque esta vez no se notó) y pensé que los caminos de La Red son inescrutables. Quedamos en que subiría a vernos durante la Feria de Abril, de la que él siempre huye, y yo le prometí que, ya que al final Nacho y Roberta no bajaron a pinchar, si podía me vendría para el concierto de Fangoria en Sevilla, cuando sea. Le dejamos allí, y seguimos para Madrid. Afortunadamente, no encontramos retenciones. Fui leyendo los diarios ( ventajas de que no te dejen conducir )hasta que me quedé sin luz, y entonces tuve al suerte de poder contemplar el crepúsculo sobre los campos planos de Castilla La Mancha, mientras sonaba La Buena Vida en el lector de cd del coche. Un momento muy chulo.

Y ya, llegar a casa, achuchar mucho a mi gato Pancho, que se ha quedado solo estos días, a escribir ésto, y a dormir, que dentro de poco ya empiezan las fiestas otra vez...