viernes, abril 28, 2006

Grabando nuevo disco

El lunes me levante muy muy temprano, y nada más saltar de la cama, con el café haciéndose y los cereales en el bol, me puse a revisar planos desde casa, a través de la página web con la que gestionamos la producción de la película. El motivo: a las doce y media había quedado con Mario y Olvido y quería dejar la mayor cantidad de trabajo adelantado porque me iba a pasar todo el día en el estudio donde están grabando el nuevo disco.
Quedamos en el dietista, que Olvido tenía consulta, y de allí nos recogió la furgoneta, con Mario dentro, para ir a Torrelodones, donde el Casino, y el estudio de Juan y Moli.
Cuando llegamos, estaban ellos dos inclinados sobre el teclado, delante de dos monitores enormes, en uno de ellos las pistas y en otro un mesa de mezclas virtual. Al un lado, una mesa de mezclas real, y al otro, Nacho, revisando, escuchando concentrado, girándose a charlar, hojeando una revista.
En un sofá,observando, estaba el productor del disco, un señor inglés.

Juan, Moli y Nacho estaban programando una de las canciones. Yo al principio me senté en un sofá a observar, un poco reverencial – el único allí con esa actitud, claro- pero enseguida me animaron a preguntar todo lo que quisiera. Programar es sacar las bases, los arreglos de la canción. Nacho ya traía hecho eso de casa, como primer esbozo. Luego, allí, iban vistiéndolo, sacando sonidos de archivos del pro tools y modificándolos, tocándolos en un teclado, apuntando las notas, y luego secuenciándolos. Eso, me explicaron, es un archivo midi. En la parrilla de todas al pistas están los archivos midi, y los archivos de audio, que son las voces, o si te traes a un batería y le grabas. Vamos, digo yo, que me lo explicaron todo pero yo luego lo cuento como me acuerdo.
Para la canción que estaban programando Olvido ya había grabado voces, no las definitivas, ni siquiera con las letras finales, pero sí con la melodía y todo eso. En realidad el proceso es idéntico al que se sigue cuando haces una película de dibujos animados: empiezas con 3 dibujos en un storyboard, poco a poco vas añadiendo dibujos, animando tu plano y cada vez consigues un movimiento más completo del personaje, cada vez más escenas van componiendo la secuencia y la película, hasta el color, montaje y mezcla final. Además, es igual de minucioso, porque estuvieron un buen rato buscando una base particular, ajustando las notas, sacando alguna nueva…
Olvido se dividía entre su mac donde preparaba letras, y los monitores con ellos. Una de las cosas más graciosas del proceso es ver cómo el esqueleto se va modificando progresivamente hasta…un hit.
Suele ser uno de los dos el que de pronto dice…”mmmm yo aquí metería tal”, de pronto Juan y Moli se ponían a teclear y salía una base preciosa ( “¡qué buena, como de documentales de ciencia que pasaban en Méjico cuando era pequeña” era de pronto el comentario apreciativo de Olvido) y de repente, esa base, bajo la voz, te hacía que empezaras a mover los pies…“¿Y qué tal esto? , dice Nacho, y una pizca de bakalao que ya hacía que estuvieras meneando las pantorrillas. Y de pronto Olvido se quedaba callada, y soltaba…”la veo lenta, la melodía se va quedando atrás, un poco sosa…”cosas que yo ni entendía pero que Nacho corroboraba enseguida: “Es verdad, me pasa lo mismo. ¿A 120 bpms?” Y Olvido se calla, y hace con la mano el gesto de subir un poco más. Nacho: “130?” El gesto de nuevo . Y nacho a Spam: “Dadle 133” Y cuando lo ponen junto funciona fenomenal y ya notas que te tienes que levantar del sillón a pasearte porque hueles a pista de baile. Y eso que, insistían todos, estaban montando el esqueleto del disco.

Al rato Mario y el productor se fueron a charlar de cómo iba a ser su contribución al disco.
Mario y Juan se marcharon a buscar la comida y nosotros nos quedamos en el estudio hojeando revistas, y charlando. El productor nos contó cotilleos de la industria sobre la carrera musical de Victoria Beckham, estuvimos contemplando la teoría de Nacho para los músicos: altos, poco talento, bajos, mucho talento. Según él, la excepción que confirma la regla es Marilyn Manson. Cuando yo puntualicé que los Pet Shop Boys no son bajitos prefirió no entrar mucho en materia. Yo tampoco. En estos momentos el tema PSB pica, pica…No sé cómo acabamos hablando de Jesucristo, sobre todo ¿a qué coño se dedicó hasta los 30 que empezó a liarla? Sugerí que debía estar ayudando al padre, pero ellos me dijeron que el padre debía pasar de él. Y con razón, te viene tu mujer y te dice que el hijo que tiene no es tuyo, pero que ella es virgen, y que ha sido un espíritu santo. Y tú va y encima lo metes en la empresa, ¿no? Anda ya! Y si no que se lo pregunten al príncipe Carlos, con ese príncipe Harry tan pelirrojo, tan pecoso, y tan parecido a James Hewitt

Después de comer se pusieron (nos pusimos) a escuchar todas las canciones del disco en el punto en el que estaban, para que empezaran a decidir cuáles llevaban guitarras, de qué tipo, batería, o timbales. Así que me llevé una impresión global del disco, y de las influencias que están usando, que como decía Nacho, en algunas se nota y en otras ya no queda casi nada. Al acabar de repasarlo, en un aparte, Mario me preguntó qué tal. Y le di mi impresión sincera: tiene cinco canciones que me parecen unos temazos, y en conjunto creo que es el disco que más me va a gustar desde Una Temporada… Y eso que las canciones están desnudas, que muchas de ellas necesitan de las guitarras para llevarlo todo, pero que ya por la melodía y algunas letras portentosas, este año la montan.
¡Parezco Popjustice revisando el Fundamental!
En fin, y lo que queda todavía por ir haciendo. Fue un día apasionante, business as usual para ellos, supongo, pero yo aprendí muchísimo.



Acabaron la jornada, no recuerdo por qué, recordando a Carlos Berlanga, cómo se metía de improviso en la pecera a grabar voces con quién estuviera cantando en ese momento, cómo de pronto se marchaba y se encerraba dos horas en el baño, o cómo le daba el punto, se tumbaba en el suelo con sus gafas de sol, y cuando le tocaba grabar voces las cantaba tirado en el suelo.
Y entre sus risas creí entrever cómo le echaban de menos.